31 enero, 2011

Más allá de la vida

Ya, ya lo sé.


Conozco mi debilidad por Clint Eastwood como director y mi pasión por muchas de sus películas que, aunque no necesitadas de defensa alguna, he defendido apasionadamente ante aquellos dispuestos a no encontrarles nada aceptable.

Cazador blanco, corazón negro, Los puentes de Madison, Mystic River, Million Dolar Baby, Banderas de nuestros padres, Gran Torino o Invictus, han sido películas que no me han dejado indiferente y que me han confirmado la calidad profesional y humana de este hombre, además de su excelente gusto musical y su inmensa capacidad para dirigir actores.

Por eso sé que, con este comentario de la película que vi anoche, su última película, "Más allá de la vida", me la juego más que nunca con aquellos que me atribuyen esa pasión injustificada por el director norteamericano.

Pero es que, aunque con algo de desconcierto, la película me gustó.

En ningún caso me parece que este sea "el sexto sentido" de Eastwood. Tampoco que sea un cuento de muertos ("en ocasiones veo muertos"), ni de fantasmas al uso. Lo que vi ayer, fue un relato, profundamente conmovedor de la relación que, muchos de nosotros, tenemos con la muerte.
Lo que vi en esta película fue un relato elegante en el que la melancolía va dejando espacio al optimismo más sincero. Un melodrama adulto, sobrio y nada efectista.

Son tres las historias en Más allá de la vida, y tres los protagonistas principales: Marie (Cécile de France), una periodista francesa que vive una experiencia cercana a la muerte tras ser engullida por un tsunami, George Lonegan (Matt Damon) un médium americano convencido de que lo suyo no es un don sino una desdicha y Marcus (Frankie McLaren, un niño que pierde a su hermano gemelo en un accidente y que no se resigna a su pérdida.

La figura del escritor Charles Dickens está presente en toda la película hasta el punto que, a veces, parece un homenaje al autor inglés, a sus paisajes, a sus personajes.
George Lonegan es un admirador de Dickens y nos lo hace saber durante las dos horas que dura el film, plagado además de pequeños detalles que confirman este aspecto dickensiano del film.
Los personajes parecen sacados de alguna de las obras del autor y la obsesión que muestran hacia la muerte y sus efectos paranormales, parecen extraídos de la propia biografía de Dickens.

Quizás sea un poco larga sí. Dos horas son demasiado para algo que Eastwood podía habernos contado en 90 minutos. Hay situaciones y personajes superfluos que no aportan nada a la historia (el hermano de Lonegan o el "cliente" al que hace una "lectura" después de muchos años).
Pero también hay momentos magistrales - el de Lonegan con su compañera del curso de cocina italiana en una degustación a ciegas, por poner un ejemplo- que nos recuerdan que detrás de esta historia, está la mano y la mirada de uno de los grandes directores de nuestra época, que ha sabido hacer un relato lleno de dignidad de un tema que podría, fácilmente, haber derivado en la cursilería o en el dramatismo más sensiblero.

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27 enero, 2011

Los pobres desgraciados hijos de perra

Tranquilos. No os asustéis. No, no se trata de un insulto, ni de una salida mía fuera de tono (aunque podría decírselo a más de uno sin que me temblara la voz). Se trata del título del último libro del poeta Carlos Marzal, que he terminado de leer hoy.


Con esta novela, el poeta valenciano, regresa a la narrativa después de "Los reinos de la casualidad" publicada, también en Tusquets, en 2005.
Y lo hace como si nunca se hubiera ido, como si la narrativa fuera su elemento natural, en el que se mueve con locuacidad y soltura.

He sido fiel seguidora de su poesía, quizás por esto me atrajo tanto leer esta novela.
Creo que en el fondo, buscaba esa poesía entre sus líneas y la he encontrado, y de ¡qué manera!. La mirada de Marzal es poética, incluso describiendo las cosas más sórdidas, en estos doce relatos que tienen como escenario una urbanización en Portacoeli y como personajes a un grupo de amigos adolescentes -en algunas de las historias, ya en su madurez- que se enfrentan a la vida, intentando exprimirla al máximo.

No sé cuánto hay, en todos estos relatos, de recuerdos personales, de vivencias propias, de personajes reales. Lo leo como si fueran memorias, también se entremezclan con mis recuerdos y mis propios paisajes. Los leo con cierta inquietud, con una mezcla de, a veces, insanas emociones. No me dejan ninguno indiferente.
Tampoco puedo separar un relato del siguiente, parecen más capítulos de una misma novela, y cada episodio se va entretejiendo con el anterior y el posterior para formar una historia única.

Respiro hondo al cerrar el libro. Me ha faltado el aire, en algunos momentos, entre sus páginas.


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23 enero, 2011

Acetre

Anoche disfruté de un gran concierto en el Teatro López de Ayala de Badajoz.. Se trataba del Concierto del 30 Aniversario de un grupo de folk extremeño que lleva ya grabados 8 discos y se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un referente la música extremeña y del folk ibérico en general.

Nueve músicos en el escenario que, desde el primer momento, te cautivan y te hipnotizan con sus mezclas tradicionales, sus adaptaciones del romancero (Romance de la Serrana de la Vera), sus referencias permanentes a la música tradicional portuguesa (fados y corridinhos), o su recorrido, fruto de investigaciones y trabajo de campo, por toda la geografía de Extremadura y la Raya de Portugal.

Creado en 1976, Acetre es uno de los grupos más veteranos y emblemáticos dentro del panorama folk de Extremadura y se puede considerar, como el máximo exponente del movimiento del Nuevo Folk Español en su región. Su lugar de origen, Olivenza (Badajoz), a escasas kilómetros de la frontera entre España y Portugal, los convierte de una forma muy orgáncia en un grupo de raíz “bicultural”.

Desde la base del aprendizaje vital recopilan, renuevan y recrean estilos como perantones, pindongos, tonadas festivas o alboradas extremeñas y los combinan con sus hermanos “del otro lado”: los verdegaios, fados o corridiños portugueses. Su particular lenguaje musical se caracteriza por un inteligente manejo de su versatilidad instumental, elaboradas orquestaciones, sutiles arreglos y armonías, e interpretaciones vocales y corales de una exquisitez y belleza poco frecuentes en el ámbito de la músicas folk.

Os dejo una muestra de su energía, su fuerza y su buen hacer músical.

Y UNO DE MIS TEMAS FAVORITOS: "EL FADO DE LA LUNA"

Significado de Acetre: Caldero pequeño con que se saca agua de las tinajas o pozos.

19 enero, 2011

Cartas


Ya no se escriben cartas y sin embargo,
siempre hay un secreto deseo,
dentro de nosotros,
de recibirlas.

Por eso hoy pongo aquí, esta preciosa carta de Elías Moro:

Han pasado los meses, los años, todas las primaveras necesarias para olvidarme y olvidarte, y sin embargo, estás presente en los tangos, en las lluvias, en todas las voces de muchachas con el pelo rizado.

Ha pasado todo lo imprescindible: tenemos ausencia, cartas cada vez más separadas, miles de esquinas y calles entre tú y yo, infinidad de accidentes de tipo natural y artificial, y sin embargo, aún tenemos pensamientos, todavía sobrevivo en ti a través de poemas nocturnos y tristes y mal escritos, y por otra parte, es una lástima o una rabia no poder olvidar.

Después de todo, se nos ha vuelto estrecha la distancia y el tiempo se ha quedado pequeño para nuestros propósitos.



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18 enero, 2011

Mujeres


¿Dónde está? ¿Dónde la sientes, dónde la encuentras?

Camina por los desiertos, los bosques, los océanos, las ciudades, los barrios y los castillos.
Vive entre las reinas y las campesinas, en la habitación de la casa de huéspedes, en la fábrica, en la cárcel, en las montañas de la soledad.
Vive en el gueto, en la universidad y en las calles.
Nos deja sus huellas para que pongamos los pies en ellas. Deja huellas dondequiera que haya una mujer que es tierra fértil.

¿Dónde vive? En el fondo del pozo, en las fuentes, en el éter anterior al tiempo.
Vive en la lágrima y en el océano, en la savia de los árboles.
Pertenece al futuro y al principio del tiempo.
Vive en el pasado y nosotras la llamamos.
Está en el presente y se sienta a nuestra mesa, está detrás de nosotras cuando hacemos cola y conduce por delante de nosotras en la carretera.
Está en el futuro y retrocede en el tiempo para encontrarnos.

Vive en el verdor que asoma a través de la nieve, vive en los crujientes tallos del moribundo maíz de otoño, vive donde vienen los muertos a por un beso y en el lugar al que los vivos envían sus oraciones.
Vive en donde se crea el lenguaje.
Vive en la poesía, la percusión y el canto. Vive en las negras y en las apoyaturas y también en una cantata, en una sextina y en el blues.
Es el momento que precede al estallido de la inspiración.
Vive en un lejano lugar que se abre paso hasta nuestro mundo.

Clarissa Pinkola Ester.
EN: "Mujeres que corren con los lobos"

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14 enero, 2011

Hoy

Vivir el presente.

Soltar los lastres del pasado.
Evitar los miedos del futuro.
Disfruta intensamente de las pequeñas cosas de cada día.
Al fin y al cabo es lo único seguro, lo único con lo que contamos de verdad.



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12 enero, 2011

María Elena Walsh

La banda sonora de la infancia de mis hijos fue ella: María Elena Walsh.



La oíamos a todas horas: en casa, en el coche, en las casas de vacaciones, en las fiestas de cumpleaños o antes de dormir y después de leer un cuento.
Cada uno tenía su canción favorita -y costaba elegir- entre todas aquellas letras y músicas tan distintas al resto de canciones que sonaban por entonces.
Algo las distinguía de ellas, aunque entonces no sabíamos que pertenecían a una gran poeta argentina que era una autora querida, reconocida y admirada en su país.


Luego había otras, que no eran para niños, y que tenían también un fascinante poder de seducción.
Yo era muy joven entonces y apenas reparaba en sus mensajes políticos o reivindicativos. Me quedaba con la emoción que me producía escuchar esas letras en la voz de Mercedes Sosa o de Rosa León.


Mucho más tarde descubrí a la autora de todas estas emociones y comencé a leer sus libros y a indagar en su vida. Es lo que tiene apasionarse con algo, que no paras hasta que no lo conoces del todo.


Ayer, la noticia de su muerte, reavivó de nuevo todas aquellas sensaciones, y me di cuenta que María Elena Walsh me había acompañado en muchos momentos de mi vida, estando como si no estuviera, como esos amigos silenciosos que caminan siempre a tu lado.

Fotografía: Sara Facio

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10 enero, 2011

Dos encuentros fortuitos


A veces, así de repente, la vida cambia en unos segundos.
O al menos la forma de enfocarla y vivirla.
Como si todo este tiempo hubiéramos estado esperando, sin saberlo, algo a lo que no podíamos poner nombre, ni cara, ni color, ni forma.
Vivimos como si la vida fuera una sucesión ilimitada de días, de horas, de acciones y comportamientos.
Vivimos cargados de pasado, presionados por el futuro y olvidando el presente -lo más real, lo único que tenemos- mientras relatamos recuerdos o hacemos planes.
A veces nos sumergimos de forma autómata en la rutina convencidos de que esto es lo que hay y lo que toca vivir. Nos adaptamos a la horma de nuestros zapatos o nos colgamos de la percha, cada noche, en nuestro armario.
A veces nos inunda la seguridad de que pocas cosas pueden sorprendernos ya, que hemos tocado techo o fondo, que hemos conseguido todos los objetivos y todas las metas, que hemos tenido hijos, plantado árboles y escrito -si no libros- al menos algunas líneas en algún cuaderno.

Pero la vida no deja de sorprendernos, y cuando menos lo esperamos, pone en nuestro camino una vereda a la derecha o un sendero a la izquierda que nos obliga a cambiar de rumbo como quien no quiere la cosa, sin elegirlo, sin decisiones drásticas, ni luchas -interiores-napoleónicas.

Y eso es lo maravilloso de estar vivo. Esa posibilidad de ser sorprendido, de encontrarte de repente con un paisaje inesperado, con una persona especial, con un deseo que permanecía escondido dentro de ti y al que nunca habías prestado atención.

He tenido en los últimos días dos encuentros casuales (causales?) que han conseguido, si no una transformación, sí una pequeña revolución interior en mí. Dos encuentros que me han llevado -sin sobresaltos- a un cambio de rumbo en ciertos aspectos de mi vida.

¡Y cuánto agradezco a la vida estas pequeñas y agradables sorpresas!

(una de mis baladas favoritas de Scorpions)



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05 enero, 2011

Invierno


Sí, realmente, suena a invierno.


Y es maravilloso que se repita, un año tras otro. Que se repitan los encuentros familiares, la leña en la lumbre, las conversaciones en torno al brasero.
Que los campos sean de plata y el humo de las chimeneas se mezcle con los vapores del frío, confiriendo al paisaje un color irreal y onírico.
Que las noches sean largas y que sea un placer quedarse acurrucada en la cama al amanecer.
Frecuentar los cafés y sentir el calorcito de una taza en las manos, pasear bajo la lluvia, sentir el crujir de la nieve, el viento sobre el rostro.
Sí, es maravilloso el invierno y lo mejor de todo es que, después de él...

¡llega la primavera!

Fotografía: Jacob Aue Sobol

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