30 noviembre, 2008

Raffaele La Capria ha comparado la literatura con el salto mortal de un nadador. Escritores y nadadores buscan la perfección en la construcción y ejecución de un ejercicio que exige refinamiento técnico y belleza. La Capria citaba a Faulkner: el mérito de una obra se mide por los riesgos de fracaso que el autor afronta, entre lo efímero de su esfuerzo y la intención de ser perdurable. Pero el autor de hoy participa de una cultura de lo fugitivo, publicitaria, perecedera, ocasional como una canción o un libro de moda, y el afán de perdurar se contradice con la desesperanza y la incredulidad en el presente y el futuro y el pasado.

ESTHER MORILLAS / JUSTO NAVARRO 29/11/2008

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28 noviembre, 2008

2 poemas para un dia de fiebre

SOBRE UN TEMA ROMÁNTICO

Cada día visitaba la casa.
Las palabras dispuestas,
la estancia en la penumbra
de las horas más cómplices,
ambos sentados en el corazón de la noche
desvelando al unísono
la dudosa frontera de la luz y la sombra.
Fuera, el verano encendía la isla.
Los ecos llegaban apagados y oscuros
como nos llega aquello que sabemos cercano
y, además, conocemos.
Leíamos de nuevo -renovando aquel rito-
la vida imaginada que enfrentábamos juntos,
la común experiencia: nuestros viejos deseos,
las lecturas amadas, los paisajes que fueron
nuestra propia mirada,
lo que perteneciéndonos era revés y causa,
el final y el principio.
Vivir era más fácil parecía sencillo.
Nos bastaba sentir nuestra voz encendida
y la muda presencia de las altas estrellas.
Al alba, de regreso, cada cual conservaba
la secreta esperanza de iniciar nuevamente
el texto abandonado, el libro perseguido,
por siempre inalcanzable.

Álvaro Valverde
EN: "Una oculta razón"


MIRO MIS MANOS

Ahora,

cuando es más dura la luz
y el silencio cae, ancho
como un río de mercurio
sobre nuestras sienes, levanto aquí,
memorial y póstumo, tu recuerdo.
Elevo estas manos
que tu cintura alzaran
como un soplo, furtivas,
y las convoco ahora
al antiguo oficio -inútil-de la melancolía.
Son manos -solías decir-

de pianista, albinas y huesudas,
inocentes y tibias. Las apretabas
contra el pecho y soplabas
sobre ellas como al final de un truco
de magia.
Ahora,

cuando es más dura la luz
y el silencio cae, ancho,
con un bostezo amargo
en su pupila, miro, a solas,
mis manos.
Sólo en ellas parece posarse,
siquiera un segundo,
el abrasado gesto de tu amor.

Daniel Casado
EN: "El largo andar tan breve"

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22 noviembre, 2008

Palabra de Lledó....

Como siempre, Emilio Lledó, acertadísimo.
Hoy en Babelia

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21 noviembre, 2008

¿Por qué?


Porque las experiencias más intensas no pueden ser contadas.

Porque el silencio es la mejor forma de decir ciertas cosas.

Porque las palabras se quedan pequeñas y no dan la talla.

Porque hay momentos irrepetibles, mágicos, únicos que, a medida que se alejan en el tiempo pasan a ser añoranza y nostalgia.
Porque un día descubres que, todavía, hay muchas cosas que te sorprenden y te inquietan.

Porque nada está escrito en las paginas del destino y la rutina es sólo travesía.

Porque hay gente que saca lo mejor de nosotros y tienen el poder de concedernos -incluso- más de 3 deseos.

Porque el sol se pone más tarde en el sur y el cielo parece, en ese momento allí, un mosaico de colores.

Porque nada es lo que parece y a veces lo que parece no es.

Porque el el tiempo puede detenerse y hacernos creer que somos eternos.

Porque todavía apuntamos, con urgencia, palabras y poemas en servilletas de papel.

Porque hay alguien que mira a su alrededor y ve lo que otros no ven, y con eso construyen la poesía. La buena, la auténtica, la que sale del corazón y llega a nuestra piel como un brillante pez de fondo.

Porque hay dueños de bares que, aunque no haya nadie sentado en las mesas, mantienen las velas encendidas.

¿Será por eso Daniel?

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17 noviembre, 2008

C.

C. me envía por mail un poema de Kavafis y me dice que le ha puesto sentimental.

C. tiene el pelo rojo y la cara cubierta de pecas. Y un corazón que no le cabe en el cuerpo.
A veces me trae imágenes de hippies con guitarras, faldas largas de colores y flores en el pelo.

C. ha tenido algunas muy duras experiencias en su vida, pero sus manos y su corazón tejen bien las esperanzas y transforman el dolor en una gran sonrisa.

Parece fuerte C. , algo que emana de ella te acoge en su regazo y te mece suavemente haciéndote sentir que todo está en su sitio, que nada falta y nada sobra, que no hay hombres del saco ni brujas malvadas en el cuento de la vida.

Le gusta cantar por Sabina. Conoce las letras de memoria pero inventa su propia melodía haciendo suyas las canciones, entrando y saliendo por los temas, subiendo y bajando por las tonalidades, dibujando blancas, negras, fusas y semifusas en un pentagrama imaginario escrito en el horizonte.

Se rie a carcajadas y llora, como yo, cuando lo hace. Y eso me gusta. Compartir esa risa que, de tanta intensidad, se desborda por los ojos, como si la boca no bastara.

En verano pasa mucho tiempo frente al mar en Portugal y en invierno se refugia en la sierra salmantina donde da largos paseos entre viejos castaños o asa calvotes en la chimenea.

Siempre me siento a salvo cerca de ella.
Nunca tengo miedo a un desaire, una palabra cruel, un gesto amargo... Es una persona buena -en toda la extensión de esta palabra- inteligentemente buena, que es la mejor cualidad de un ser humano.

Se sienta muchas veces a mi lado y charla sin parar. Un día, como si fuera una niña traviesa, le di una colleja cariñosa. Y ella se partió de risa.

Este es el poema que hoy me ha enviado C.

LEJOS

Quisiera este recuerdo decirlo...
Pero de tal modo se ha borrado...
como que nada queda.
Porque lejos, en los primeros años de mi adolescecia yace.
Una piel como hecha de jazmín...
Aquel atardecer de agosto -¿era agosto...?-
Apenas me recuerdo ya de sus ojos, eran, creo azules...
Ah si, azules: un azul de zafiro.
La imagen es una acuarela de La Alberca (Salamanca) de Pastora Izquierdo

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13 noviembre, 2008

Certeza

Pero yo sé que habrá,
de vez en cuando,

algún modesto obsequio de los días:

alcohol y noches, tangos, libros, cuerpos,

o quizá el verso hermoso que hoy me huye:
escudo ante las llamas, armas blancas

contra el devastador ejército del tiempo
.

Vicente Gallego
(fragmento del poema:
Las mujeres y las armas )

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07 noviembre, 2008

La libreta del dibujante


La libreta del dibujante
Mohieddin Ellabadd
Ed. Lóguez

Siguiendo con la mirada, me encuentro con un álbum maravilloso de un autor egipcio, para mí hasta ahora, desconocido: Mohieddin Ellabad.

La libreta del dibujante, es un libro sobre miradas, recuerdos, sensaciones y olores, en el que el autor va plasmando aquellas pequeñas cosas que le llevaron por el camino del arte desde su infancia.

Escrita en árabe y castellano y con la original distribución árabe -la cubierta en el lugar de la contracubierta, la lectura de derecha a izquierda y la traducción castellana en los márgenes como requiere la tradición pictórica árabe- el autor egipcio nos muestra las múltiples posibilidades de la mirada, la fantástica capacidad de detenerse con sosiego ante lo que vemos, las posibilidades de sorpresa y descubrimientos que este sosiego permite.

Una pagina de esta pequeña joya (pinchar en ella para leer)

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