28 abril, 2009

Tarde de martes



EJERCICIO DE GRAMÁTICA


Tú, a quien
los vientos recorren
con los labios
del horizonte,
y una nube extraña cubre
como la sábana amarga
de la madrugada: dame
tus manos, ahora
que tu nombre se
demora en los oídos de la tierra;
o corre por ese río
subterráneo que desagua
en lo hondo
de los espejos, de donde
ninguna voz te llama.

Tú, el más
abstracto de los pronombres,
vestida con el fuego sordo
de la última vocal, como
si una sombra de silencios
danzase por entre
murmullos y memorias: no
partas con el nacimiento del día,
el sueño vago de un deseo,
o la luz efímera
con
que te miré.

Quédate en la tinta de mis dedos,
resto de un verso, secreto
sin rostro; o llévame contigo,
limpio de reflejos y pronombres,
mientras un rumor de fuente
me enseña a encontrarte.



Es un poema de Nuno Júdice, de su libro Tú, a quien llamo amor (Antología). Selección y coordinación: Manuela Judice. Presentación: Inês Pedrosa. Traducción: Jesús Munárriz. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 2008.

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21 abril, 2009

Un cierto instante

En la película "Antes del atardecer" de Richard Linklater, y protagonizada por Julie Delpy y Ethan Hawkehay una escena magnífica, una escena que resume la historia -inmensa- de amor entre los dos protagonistas.
La escena dura un tiempo curiosamente largo para una película, acostumbrados como estamos a que todo se resuelva en pocos segundos.
La escena de la que hablo, se desarrolla en un taxi. Durante toda la película los protagonistas han hablado sin parar de mil cosas, y así es también en esta escena, pero lo más importante está en lo que no se dice: los gestos, las miradas, los silencios y las miradas que expresan, con toda claridad, lo que los 2 están sintiendo en esos momentos.



De las numerosas adaptaciones cinematográficas que hay de la novela "Jane Eyre" de Charlotte Brönte, la que más me gusta es la que realizó en 1970, Delbert Man, con George C. Scott como Rochester y Susannah York como Jane.
En el film los silencios se suceden, entre los dos protagonistas, intensamente cargados de pasión. Vuelven a ser las miradas, los gestos contenidos y lo que no se expresa con palabras, lo más importante en esta historia.

En la película "Rebeca" dirigida por Alfred Hitchcock, con un magnífico Laurence Olivier, en el papel de Max y una atribulada Joan Fontaine en el de la protagonista de la que jamás se conoce el nombre, la relación entre ambos es uno de los grandes desencuentros amorosos de la historia del cine. Ella, convencida del amor que Max profesaba a Rebeca, su primera mujer se siente, durante todo el tiempo que dura la película, como el patito feo al que nadie quiere, sin sospechar que tras el gesto adusto de su gran amor sólo existe una relación de odio con aquella mujer misteriosa y un intenso amor por ella.
Las miradas perdidas en el infinito de Max, y lo que el expectador descubre trás su rostro atormentado y sus largos y elocuentes silencios, es una infinita pasión por la dulce Joan Fontaine.



"Los puentes de Madison" dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Meryl Streep y Clint Eastwood, es otro ejemplo de una gran historia de amor en la que silencios y gestos cobran protagonismo frente a las palabras.
En una de las últimas escenas, la protagonista se debate entre lo que siente por su gran amor y el lo que le une a su familia.
Sin necesidad de palabras, esta escena, se llena de una intensidad tal que todos podemos reconocer esas luchas interiores que a veces mantenemos con la vida.



El cine está lleno de esos momentos... en los que nada es lo que dice ser, en lo que todo está en lo que no se dice.
También en la vida...
Y una quisiera atrapar esos momentos mágicos, embotellarlos en frasquitos, etiquetarlos con el nombre, con la fecha y con la hora, para destaparlos más tarde en cualquier tiempo sin tiempo, en cualquier lugar, en cualquier paisaje...

Para volver a ser quien fue, un cierto instante.

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19 abril, 2009



Ausencia
Vinicius de Moraes

Dejaré que muera en mí el deseo
de amar tus ojos dulces,
porque nada te podré dar sino la pena
de verme eternamente exhausto.
No obstante, tu presencia es algo
como la luz y la vida.
Siento que en mi gesto está tu gesto
y en mi voz tu voz.
No quiero tenerte porque en mi ser
todo estará terminado.
Sólo quiero que surjas en mí
como la fe en los desesperados,
para que yo pueda llevar una gota de rocío
en esta tierra maldita
que se quedó en mi carne
como un estigma del pasado.
Me quedaré... tu te irás,
apoyarás tu rostro en otro rostro,
tus dedos enlazarán otros dedos
y te desplegarás en la madrugada,
pero no sabrás que fui yo quien te logró,
porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche
y escuché tus palabras amorosas,
porque mis dedos enlazaron los dedos
en la niebla suspendidos en el espacio
y acerqué a mí la misteriosa esencia
de tu abandono desordenado.
Me quedaré solo como los veleros
en los puertos silenciosos.
Pero te poseeré más que nadie
porque podré irme
y todos los lamentos del mar,
del viento, del cielo, de las aves,
de las estrellas, serán tu voz presente,
tu voz ausente, tu voz sosegada.

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17 abril, 2009

2 citas

Abril es el mes más cruel, hace brotar
lilas del interior de la tierra muerta, mezcla
la memoria y el deseo, estremece
las raíces marchitas con lluvia de primavera.
(...)

EN:
La tierra baldía
T.S. Eliot


(...)
con las cicatrices que nunca se borraron escribí mi silencio

EN:
Cicatrices.
Mª Rosa Vicente Oliva.
Ed. Pre-textos

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Tiempo gris

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14 abril, 2009

M.A.

Tiene aspecto de princesa árabe y una sonrisa dulce y acogedora.
No sé si la bondad tiene un rostro, pero si lo tuviera podría ser, facilmente, el suyo.
Ha sido una de las últimas en llegar al grupo y sin embargo, y a pesar de su actitud reservada, ha entrado sin ninguna dificultad en nuestros corazones.
Nunca interrumpe una charla, espera siempre encontrar el momento para expresar sus opiniones, procurando que éstas no se impongan ni avasallen las de los otros.
Me gusta oir su "deje" placentino y la calma que imprime a sus historias.
También me gusta su sencillez y la placidez con la que siempre te recibe.

Alguna vez he pensado que si estuviera indecisa, ante el fuego o el hielo, me gustaría tenerla cerca y escuchar su opinión sobre qué camino tomar.
Porque M.A. es de esas personas en las que una confía y en las que una cree, sin necesitar demasiadas pruebas que confirmen su integridad.
Tengo la sensación que cada cosa que pone en la balanza, encuentra el contrapeso adecuado para que nada se descompense excesivamente.

Creo que una vez me dijo que era Libra en el zodiaco...

(Dibujo de mujer con velo. Fernando Vicente. El País)

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12 abril, 2009

Sierra de Gata

El sábado amaneció con un esplendido sol y un cielo limpio, después de un viernes frío y gris.
El autobús, lleno de viajeros parlanchines, a pesar de la hora tan temprana, cruzó la llanura que une Salamanca con Ciudad Rodrigo en menos de 1 hora, gracias a la autovía que une las dos localidades.

Una vez en Ciudad Rodrigo, tomamos la carretera de Coria, pasando por la controvertida presa de Irueña -una presa arco de gravedad, de 89 m de altura sobre cimientos, situada en el cauce del río Águeda, uno de los más importantes afluentes del Duero- y una de las obras que mayor impacto ambiental han supuesto en los últimos 20 años para la provincia de Salamanca.

La primera parada la hacemos en Robleda, pequeño municipio de Salamanca en la comarca del Rebollar. Un pueblo en el que, a falta de buenas tierras de cultivo, se desarrollaron actividades de transporte con carros de madera, en que algunos lugareños llevaban de unas partes a otras de las distintas regiones toda clase de productos, como trigo, lana, sal cerámica, leña, o carbón vegetal hasta los años 50 del presente siglo, y llegó a justificar el mote colectivo de carruchinos, todavía usado hoy para designar a los rebollanos.

Continuamos viaje por la Cl-526, dirección Coria, pasando por Villarrubias y dejando a un lado Peñaparda para desviarnos hacia El Payo por la comarcal 226.
Una vez allí, nos encontramos con un pequeño inconveniente: la carretera que debemos tomar en dirección a San Martín de Trebejo y que nos lleva al punto de inicio de la ruta a pie - en Santa Clara- aparece cortada por obras.
Salvada esta contrariedad llegamos a nuestro punto de destino en el que comenzaremos una ruta caminando de 7, 5 km. descendiendo el puerto que une Castilla-León y Extremadura por un viejo camino de piedra, restos de la antigua calzada romana que unía Ciudad Rodrigo y Coria.

Durante todo el trayecto estamos rodeados de un espeso bosque de quejigos (roble sobre todo), pino y castaño. El agua aparece en forma de riachuelos y abundan los helechos, líquenes, grandes rocas cubiertas de un espeso musgo, mucho brezo y matorral bajo. La apariencia del paisaje es fantasmagórica a veces, con los grandes troncos de inmensos robles y castaños que por momentos parecen formar parte de un inmenso decorado de leyendas mágicas.

A medida que descendemos aparecen abundantes retamas amarillas y blancas de flores exuberantes y olor intenso, jaras y varitas de San José.

Casi llegando a la preciosa población de San Martín de Trevejo, el bosque se abre dando paso a extensiones de olivares y vides, verdes pastos y flores de clima cálido.
San Martín de Trevejo (San Martín de Trevellu en la Fala) es un pueblo perteneciente a la provincia de Cáceres enclavado en un valle a los pies del monte Jálama (1492 m.).
Sus calles son sinuosas y estrechas y por ellas corre el agua todo el año.
Sus gentes comparten con los pueblos vecinos una peculiaridad lingüística " A fala".

Sus casas construidas en el arranque con muros de piedra, con sus escalinatas de peldaños de granitos llamados popularmente (Pollos) para acceder a la vivienda, y las vigas de maderas o vuelos de la vivienda que sobresalen a la altura del primer piso en cuyos bordes se decoran con figuras de rostros humanos son características comunes en casi todas las construcciones; constan esta viviendas en su generalidad de tres plantas, la planta baja sirve de Bodega y para el ganado, la primera planta para la vivienda y la segunda planta para desván o almacén.


Después de un breve descanso salimos de San Martín, caminando rumbo a Villamiel.
El camino que une las dos localidades (una subida importante), no está en las mejores condiciones y esto, unido a la pendiente del terreno, lo convierten en un paseo no muy apto para los que no estén muy habituados a las caminatas. La ruta tiene 3,5 km y un desnivel de 100 m.
Es un poco dura, pero merece la pena por la belleza del recorrido
A mitad de camino hacemos un alto para admirar el magnífico paisaje que se nos ofrece. A lo lejos la Serra da Estrela portuguesa.
En poco más de 1 hora, llegamos a Villamiel.

Villamiel, en la Alta Extremadura, es un pequeño pueblo de perfil medieval. Es el pueblo más alto de la comarca (733 m.), rodeado de huertos familiares junto a viñas, prados y olivos. De su conjunto urbano llaman la atención sus calles y casas señoriales como el Palacio del Deán José de Jerez del s. XVII. Destaca la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, en la que en una de sus fachadas hay un sillar con la siguiente inscripción: "no hay cosa que más despierte que dormir la muerte".

Llega la hora de reponer fuerzas después del viaje, así que decidimos subir a Trevejo y, antes de visitar esta pequeño y sorprendente pueblo, comer en un mirador desde el que divisamos la gran belleza de toda la pedanía.
La visita a Trevejo la hacemos por la tarde, después de comer.
Declarado de interés Turístico, Trevejo es un apacible lugar de hermosas casas tradicionales.
No hay escuelas, ni alcalde, y el pueblo está en casi perfecto estado de conservación. Las restauraciones que se han hecho se han realizado con exquisito cuidado, respetando la arquitectura popular y el paisaje en el que está enclavado a la perfección.
Se puede apreciar la forma característica de construcción serrana destacando los balcones de madera y el uso frecuente de granito, pizarra y barro.
Como nota medieval, tiene un castillo en ruinas del siglo XII. A su lado encontramos la iglesia de San Juan.
El castillo de Trevejo tiene una silueta, desmochada y romántica, vigila desde un cerro granítico las sierras de Garduño, San Pedro, Albilla y Cachaza, y a sus pies, al oeste y al sur, el oleaje vegetal de viñedos, olivos, robledales y pastos, y en primavera el estallido blanco y dorado de la retama, las genistas y los escobones.

Ya en autobus, realizamos el viaje en sentido inverso regresando, esta vez por carretera, a San Martin De Trevejo, para dar un paseo más calmado por sus calles y probar algunos de sus vinos en las numerosas bodegas que hay por todo el pueblo.

El viaje de regreso a Salamanca, lo realizamos cogiendo la carretera EX-205 (Valverde del Fresno-Hervás), pasando por la localidad de Hoyos, para tomar de nuevo la carretera que une Coria con Ciudad-Rodrigo
El paisaje que atravesamos es abrumador por su belleza, la sierra en todo su esplendor primaveral, los tupidos bosques, las flores estallando en colores, las tonalidades de la luz del atardecer, el cielo pintado de nubes... y para que nada faltara un inmenso y perfecto arco-iris.

La Sierra de Gata es, posiblemente, uno de los lugares mas bellos y desconocidos de España: un reducto de naturaleza virgen y formas de vida propias de antaño, conservadas en el tiempo por el casi total aislamiento de comunicaciones hasta hace muy pocos años y que merece la pena descubrir con calma y sin avasallar.

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07 abril, 2009

¿A qué esperas?

Carpe diem
Confias no incerto amanhã? Entregas
às sombras do acaso a resposta inadiável?
Aceitas que a diurna inquietação da alma
substitua o riso claro de um corpo
que te exige o prazer? Fogem-te, por entre os dedos,
os instantes; e nos lábios dessa que amaste
morre um fim de frase, deixando a dúvida
definitiva. Um nome inútil persegue a tua memória,
para que o roubes ao sono dos sentidos. Porém,
nenhum rosto lhe dá a forma que desejarias;
e abraças a própria figura do vazio. Então,
por que esperas para sair ao encontro da vida,
do sopro quente da primavera, das margens
visíveis do humano? "Não", dizes, "nada me obrigará
à renúncia de mim próprio --- nem esse olhar
que me oforece o leito profundo da sua imagem!"
Louco, ignora que o destino, por vezes,
se confunde com a brevidade do verso.

Nuno Júdice
Fotografía: Robert Doisneau

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03 abril, 2009

R. (II)

Tiene algo de niña, como si el tiempo no hubiera conseguido quitarle su curiosidad ni su gran capacidad para disfrutar con todo lo que descubre y le apasiona.
Sus abrazos suelen ser de chocolate y su carcajada contagiosa.
Cuando la miras tienes la sensación de que la vida ha sido amable con ella hasta ahora y que siempre ha sabido rodearse de afectos. Quizás porque ella misma fomenta el cariño con su actitud comprensiva y cariñosa.
Me gusta su relación con su hija. Como intenta inculcarle valores, conocimientos, como respeta su forma de ser, como fomenta sus inquietudes y como la iza suavemente para que se acostumbre a mirar el horizonte a través de su ventana.
Sé que da clases en una escuela, y muchas veces pienso lo afortunados que deben sentirse sus alumnos/as con una profe como ella.
Porque R. tiene una mirada poética que surge de su alma y todo lo que dice está impregnado de esta mirada.
Por eso le gustan los Haikus, la poesía y lleva siempre golosinas en su bolso. Por eso, a veces, se le llenan los ojos de lágrimas, que ella intenta ocultar detrás de su sonrisa, como si no llegara a entender que hay ciertas cosas mucho más amargas o, tal vez, como si prefiriera no darse por aludida en un intento de convertir el mundo en un espacio mucho más habitable.
La he ido descubriendo poco a poco, quizás porque es de esas personas que se van asomando despacio, sin avasallar, sin ruidos, sin estruendos. Pero sé que sólo conozco una parte, esa que refleja sólo un aspecto de lo qué es en realidad.
Y en este pequeño descubrimiento, lento y pausado, he conocido de ella ciertas cosas que me han hecho respetarla y quererla.
También cuestionarme cuál debe ser la forma auténtica de estar ante la vida.
Que no es poco...

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