19 enero, 2014

La fascinación de la belleza


Extraña, hermosa, magnética, excesiva…
Se me ocurren tantos adjetivos para definir esta película del italiano Paolo Sorrentino (Un lugar donde quedarse, Il divo, El amigo de la familia) que no sé por dónde empezar a hablar de ella.

La historia comienza en Roma, dónde si no, mientras la cámara se mueve con rapidez dentro de una abarrotada fiesta llena de personajes que parecen sacados de las mejores películas de Fellini o a la de Harmony Korine en 'Spring breakers'. Esta escena, esta fiesta, sorprenden al espectador que, a partir de aquí, va a tener pocos momentos para relajarse en ese ir y venir de personajes, en esos paseos nocturnos o al amanecer por la ciudad italiana, en la belleza de las imágenes desde una azotea que todos y todas desearíamos tener sobre los tejados de la bella ciudad.

Paolo Sorrentino quiere contarnos, haciendo un homenaje a los mejores directores italianos, una historia de decadencia y superficialidad, una historia de amor, de pasado y venganzas, de lujo y soledad. Y lo hace de una forma creativa y tan atractiva que es imposible resistirse a ella.

Los momentos de humor y exceso dan paso, por sorpresa y a traición, a otros de crueldad y tan descarnados que nos obliga a sentirnos incómodos mientras los presenciamos. 

Los personajes, encabezados por el maravilloso Toni Servillo, son como la propia película: superficiales, excéntricos, viven al día (y en la noche) y sus preocupaciones parecen no ir más allá de la próxima fiesta a la que acudir. Personajes rotos, mediocres, engañados, presuntuosos, bobos, de moral raquítica, de hueca incontinencia verbal... todos guarecidos durante el día, recomponiendo sus pedazos con cola, para luego desparramarse y volver a partirse en pedazos en las noches de la ciudad. Pero las emociones están debajo de la piel y a veces florecen al exterior simplemente con rascar un poco, aunque están educados para no mostrarlas resultan,por momentos, inevitables.

La gran belleza es la historia de una ciudad y ciertas personas que la habitan, es también la historia de un hombre y de un país, es la historia de las miserias humanas y los espejismos sociales. 

Toni Servillo nos fascina a todos con su forma de ser y estar, con su rostro, con sus expresiones, con sus contradicciones y esas chaquetas y camisas impecables que le confieren esa clase, esa apariencia con la que se nace y que es imposible adquirir más tarde si no la llevas dentro.

La gran belleza es melancólica, fascinante, caótica, lúcida y bella, sí, profundamente bella.

En algunos momentos sentí que ésta era la película que Pedro Almodóvar siempre hubiera querido hacer y nunca hizo. Pero, lamentablemente, ya está hecha.

Etiquetas: , , ,

15 enero, 2014

Buen viaje poeta


Un poema de Juan Gelman, hoy, que se ha marchado para siempre dejándonos su poesía, también para siempre.

Fábricas del amor

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

Etiquetas: , , ,

09 enero, 2014

La mejor canción de los Coen


Quien no haya leído todavía el viaje de Ulises en La Odisea no va a poder ver esta película con los mismos ojos que los que ya lo hemos disfrutado y exprimido hasta la saciedad. 
Esto no significa nada bueno ni malo sino que, como pasa con todo en la vida, cuantas más referencias tengas de algo más podrás disfrutarlo (conocer es querer).
Desde luego en esta última película de los hermanos Coen, la obra de Homero está presente hasta en el gato que acompaña al protagonista -¡qué gran descubrimiento Oscar Isaac!- cuyo nombre no podía ser otro que Ulises.

La película es desoladora. La tristeza y la melancolía están presentes en cada escena, en cada una de las maravillosas fotografías del francés Bruno Delbonnel (Amelie, Harry Potter y el misterio del príncipe, Sombras tenebrosas) que transmiten perfectamente la desoladora soledad, la mala suerte y el ambiente frío y deshumanizado de toda la película.

Llewyn Davis es un cantante de folk - un personaje que los Coen trazaron cogiendo como molde la figura de Dave Van Ronk -padrino y guardián de toda una generación, que representa lo que somos, de alguna manera, todos nosotros. Condenado a vivir una y otra vez determinadas situaciones (el final resume muy bien este bucle en el que vive), Davis representa a la perfección el dicho tan español de “al perro flaco todo se le vuelven pulgas” incluso ese otro de “somos arquitectos de nuestro propio destino”.

Si estamos esperando a que haya un golpe de suerte que redima a este pobre hombre y por ende nos redima a todos nosotros, estamos apañaos. No hay redención posible en una selva en la que la máxima parece ser: sálvese el que pueda.

Mientras Davis se mueve sin cesar por las calles de Nueva York, o viaja en la noche bajo la lluvia y el viento, en un trayecto desquiciante junto al magnífico John Goodman y el misterioso Garrett Hedlund (y el gato, por supuesto) o por el hielo de las calles de Chicago, todos sabemos que no hay un final feliz posible, todos sabemos que Davis persigue los sueños inalcanzables que todos tenemos, todos sabemos que caerá y se levantará de nuevo, una vez más.

La música folk que acompaña a toda la historia es mucho más que una banda sonora. Es un estado de ánimo, como la fotografía, un personaje más de una historia de fracasos y pérdidas.



Comedia negra, road-movie, oscuro y pesimista drama existencial… qué más da como la califiquemos, los hermanos Coen, han conseguido hacer un producto complejo dentro de su aparente sencillez. Construir un tiempo lleno de matices, miradas, pequeños guiños al espectador (ese momento Bob Dylan), momentos de humor inteligente y mensajes sutiles que están en el inconsciente de todos.

Los actores, impecables. Desde el desconocido actor (al menos para mí) guatemalteco, Oscar Isaac, protagonista absoluto del film, y todos los actores que le acompañan en el viaje Carey Mulligan, John Goodman, Garrett Hedlund, F. Murray Abraham, incluso el cantante Justin Timberlake que sale airoso del empleo.

Etiquetas: ,