La mejor canción de los Coen
Quien no haya leído todavía el viaje de Ulises en La Odisea no va a poder ver esta película con los mismos ojos que los que ya lo hemos disfrutado y exprimido hasta la saciedad.
Esto no significa nada bueno ni malo sino que, como pasa con todo en la vida, cuantas más referencias tengas de algo más podrás disfrutarlo (conocer es querer).
Desde luego en esta última película de los hermanos Coen, la obra de Homero está presente hasta en el gato que acompaña al protagonista -¡qué gran descubrimiento Oscar Isaac!- cuyo nombre no podía ser otro que Ulises.
La película es desoladora. La tristeza y la melancolía están presentes en cada escena, en cada una de las maravillosas fotografías del francés Bruno Delbonnel (Amelie, Harry Potter y el misterio del príncipe, Sombras tenebrosas) que transmiten perfectamente la desoladora soledad, la mala suerte y el ambiente frío y deshumanizado de toda la película.
Llewyn Davis es un cantante de folk - un personaje que los Coen trazaron cogiendo como molde la figura de Dave Van Ronk -padrino y guardián de toda una generación, que representa lo que somos, de alguna manera, todos nosotros. Condenado a vivir una y otra vez determinadas situaciones (el final resume muy bien este bucle en el que vive), Davis representa a la perfección el dicho tan español de “al perro flaco todo se le vuelven pulgas” incluso ese otro de “somos arquitectos de nuestro propio destino”.
Si estamos esperando a que haya un golpe de suerte que redima a este pobre hombre y por ende nos redima a todos nosotros, estamos apañaos. No hay redención posible en una selva en la que la máxima parece ser: sálvese el que pueda.
Mientras Davis se mueve sin cesar por las calles de Nueva York, o viaja en la noche bajo la lluvia y el viento, en un trayecto desquiciante junto al magnífico John Goodman y el misterioso Garrett Hedlund (y el gato, por supuesto) o por el hielo de las calles de Chicago, todos sabemos que no hay un final feliz posible, todos sabemos que Davis persigue los sueños inalcanzables que todos tenemos, todos sabemos que caerá y se levantará de nuevo, una vez más.
La música folk que acompaña a toda la historia es mucho más que una banda sonora. Es un estado de ánimo, como la fotografía, un personaje más de una historia de fracasos y pérdidas.
Comedia negra, road-movie, oscuro y pesimista drama existencial… qué más da como la califiquemos, los hermanos Coen, han conseguido hacer un producto complejo dentro de su aparente sencillez. Construir un tiempo lleno de matices, miradas, pequeños guiños al espectador (ese momento Bob Dylan), momentos de humor inteligente y mensajes sutiles que están en el inconsciente de todos.
Los actores, impecables. Desde el desconocido actor (al menos para mí) guatemalteco, Oscar Isaac, protagonista absoluto del film, y todos los actores que le acompañan en el viaje Carey Mulligan, John Goodman, Garrett Hedlund, F. Murray Abraham, incluso el cantante Justin Timberlake que sale airoso del empleo.
1 Comments:
Tal vez esté cansada de perdedores y no me guste el cine maldito.
Sin duda la fotografía y la captación de atmósferas es magistral, pero la peli una decepción a mi modo de ver.
un beso
cris g-camino
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