18 noviembre, 2013

Olvidos inexplicables ( imperdonables)

Il. Ed. Nórdica
Lo peor de los Premios Nobel de literatura es que, a los que amamos los libros, nos parece increíble que a muchos de nuestros autores favoritos jamás se lo dieran. Véase:

Anton Chéjov, Marcel Proust, Joseph Conrad, Henry James, Rainer Maria Rilke, Fernando Pessoa, Robert Musil, Virginia Woolf, James Joyce, Cesare Pavese, Vladimir Nabokov, Malcom Lowry, Louis Ferdinand Céline, Leon Tolstoi, Jorge Luis Borges, Truman Capote, Cioran, Josep Conrad, Fitzgerald, Galdós, Kafka, Kavafis, Álvaro Mutis, Proust, Valle-Inclán, Stephan Zweig o Robert Walser, César Vallejo, José Ángel Valente, Paul Celan, W. H. Auden y muchos que seguro yo olvido- ¡Juan Rulfo y Witold Gombrowicz!- pero que serán recordados siempre por la gran literatura.

Algunos grandes autores, todavía vivos, pueden pasar desapercibidos por los inteligentes miembros de la Academia y pasar a engrosar la lista antes citada: Philip Roth, Lobo Antunes, Jean Echenoz.

De lo cual podemos deducir que o millones de lectores que compartimos el gusto por estos escritores somos tontos o que los miembros de la excelsa Academia tienen otros intereses ajenos al arte de expresar sensaciones o narrar historias mediante palabras impresas.

Y lo peor, también, es que debido a estas injusticias cometidas reiteradamente, podemos perdernos la lectura de grandes obras, de grandes autores, a los que sí se les ha concedido el dichoso premio y que pueden pasar de largo por nuestras vidas envueltos en la niebla de lo incomprensible.

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