La fascinación de la belleza
Extraña, hermosa, magnética, excesiva…
Se me ocurren tantos adjetivos para definir esta película del italiano Paolo Sorrentino (Un lugar donde quedarse, Il divo, El amigo de la familia) que no sé por dónde empezar a hablar de ella.
La historia comienza en Roma, dónde si no, mientras la cámara se mueve con rapidez dentro de una abarrotada fiesta llena de personajes que parecen sacados de las mejores películas de Fellini o a la de Harmony Korine en 'Spring breakers'. Esta escena, esta fiesta, sorprenden al espectador que, a partir de aquí, va a tener pocos momentos para relajarse en ese ir y venir de personajes, en esos paseos nocturnos o al amanecer por la ciudad italiana, en la belleza de las imágenes desde una azotea que todos y todas desearíamos tener sobre los tejados de la bella ciudad.
Paolo Sorrentino quiere contarnos, haciendo un homenaje a los mejores directores italianos, una historia de decadencia y superficialidad, una historia de amor, de pasado y venganzas, de lujo y soledad. Y lo hace de una forma creativa y tan atractiva que es imposible resistirse a ella.
Los momentos de humor y exceso dan paso, por sorpresa y a traición, a otros de crueldad y tan descarnados que nos obliga a sentirnos incómodos mientras los presenciamos.
Los personajes, encabezados por el maravilloso Toni Servillo, son como la propia película: superficiales, excéntricos, viven al día (y en la noche) y sus preocupaciones parecen no ir más allá de la próxima fiesta a la que acudir. Personajes rotos, mediocres, engañados, presuntuosos, bobos, de moral raquítica, de hueca incontinencia verbal... todos guarecidos durante el día, recomponiendo sus pedazos con cola, para luego desparramarse y volver a partirse en pedazos en las noches de la ciudad. Pero las emociones están debajo de la piel y a veces florecen al exterior simplemente con rascar un poco, aunque están educados para no mostrarlas resultan,por momentos, inevitables.
La gran belleza es la historia de una ciudad y ciertas personas que la habitan, es también la historia de un hombre y de un país, es la historia de las miserias humanas y los espejismos sociales.
Toni Servillo nos fascina a todos con su forma de ser y estar, con su rostro, con sus expresiones, con sus contradicciones y esas chaquetas y camisas impecables que le confieren esa clase, esa apariencia con la que se nace y que es imposible adquirir más tarde si no la llevas dentro.
La gran belleza es melancólica, fascinante, caótica, lúcida y bella, sí, profundamente bella.
En algunos momentos sentí que ésta era la película que Pedro Almodóvar siempre hubiera querido hacer y nunca hizo. Pero, lamentablemente, ya está hecha.
Etiquetas: cine, La gran belleza, Paolo Sorrentino, películas
2 Comments:
Estoy deseando ver esta película que elogias. Bueno, tú y muchos más. Seguro que es de una gran belleza.
La verás, Álvaro. Ya lo verás (jejejejeje)
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