29 junio, 2008

Claro de luna en clave de jazz

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26 junio, 2008

Una película fascinante


Alicia
Dirigida por Jan Svankmajer
República Checa, 1988

Brillante, surrealista simbólica e inquietante, y muy muy original.
Objetos que funcionan como personajes, personajes que se transforman en objetos, nada es real ni irreal. Me inquieta especialmente el conejo blanco, que nos ofrece una versión mucho más dura de la que estábamos acostumbrados. siempre era un personaje inaccesible, que huía permanentemente y que parecía no ver nunca a la niña. sin embargo en esta película, el conejo llega a ser agresivo y protagonista macabro (convertido en verdugo y decapitando con sus tijeras a las víctimas de la Reina Roja).

La primera escena comienza de forma tradicional, tal y como esperamos que sea: Alicia sentada y francamente aburrida, junto a alguien a quien no llegamos a ver el rostro (¿su hermana?) que parece leer en voz alta.

La escena, en la que se sitúa a Alicia en un desván, nos da una idea de lo que vamos a ir encontrando a lo largo de los 95 minutos que dura la película: un oscuro e inquietante universo en el que nada, al igual que ocurre en el libro, es lo que parece ser.
Me encanta parar los distintos fotogramas de esta escena y ver los “cachivaches y enseres” almacenados en el desván.

La salida al exterior de Alicia, sigue manteniendo este ambiente claustrofóbico y opresivo: el conejo encerrado en un cajón del que desaparece cuando Alicia lo abre.

Luego la bodega, el cubo de basura, el profundo pozo, el ascensor... El descenso de Alicia hacia un mundo que le atrae y que a su vez rechaza profundamente. La búsqueda permanente entre lo que es y quiere seguir siendo y lo que no le queda mas remedio que empezar a ser.

El montón de vitrinas que contienen de todo, desde utensilios de cocina a animales de peluche y huesos fosilizados. El ascensor se para repentinamente y Alicia cae a través de un agujero en el suelo.... Parecen la despedida de su mundo infantil, de sus objetos cotidianos, una forma de desprenderse de lo que, hasta ahora, había sido su universo cotidiano.

Me impresiona la escena de la puerta, demasiado pequeña para pasar, que también aparece en la novela y que sigue siendo una referencia cuando queremos recordar esta historia. Siempre la caída, las galletas “cómeme”, la botella “bébeme”, las dudas permanente entre lo que debemos, queremos y tenemos que hacer...y las puertas y ventanas que vamos abriendo en nuestro camino, a veces nos parecen demasiado grandes, a veces demasiado pequeñas. Puertas que nos paralizan, o nos invitan a entrar, ventanas que invitan a asomarse y mirar más allá, que permiten escapar por tejados y montes...

Y las lágrimas...a las que se abandona cuando parece no poder más y que, sin embargo, la trasladan a otros lugares.

Me gusta en la película – no sucede en otras- que no es el personaje el que se hace pequeño, sino que se convierte en una muñeca.

Me gusta también cuando Alicia se dirige directamente a nosotros a través de la cámara para decirnos algo importante.

Durante toda la película aparecen las tijeras del conejo, como un elemento que desasosiega y a partir del cual intuimos algo terrible puede suceder. Para mi, el suspense que el libro mantiene a lo largo de sus páginas, se refleja aquí en este elemento. Las tijeras sugieren ruptura, corte, desgarro... Otra forma original de explicarnos el viaje iniciático de una niña hacia la adolescencia.

¡Es tan pequeña, de nuevo Alicia cuándo sube por la escalera empinada de la casa del conejo!

Terrorífica la escena de la pelea de Alicia con los animales que parecen sacados de una película de Tim Burton. Cráneos, ojos, esqueletos. Ladrillos y piedras que se convierten en pasteles: lo duro y amargo pueden reconvertirse, pueden llegar a ser otra cosa cuando lo tomamos en las manos, dice Carroll y dice también, en esta escena, Svankmajer.

La escena de los calcetines-orugas es fantástica. Plásticamente impecable, consigue provocar un montón de sensaciones a flor de piel, casi táctiles. Como si entraran dentro de ti por la boca, las orejas, los ojos, la piel...

Los títeres, la magia –el sombrero del que sale el conejo- no falta nada, no parece tampoco que sobre. Todo es necesario para explicar en que lugar se encuentra Alicia. Todo es visualmente impactante, sorprendente, lúdico y a la vez cruel y sombrío. ¿no son así también, a veces, los juegos de los niños?

Y el juicio: un montón de adultos locos juzgando a una niña. Todo tan surrealista y a la vez tan cotidiano. La exageración de este episodio es brutal, al igual que en el libro y por fin resolvemos el “misterio” de las tijeras del conejo...

Me ha encantado esta versión. Por un lado recoge los elementos, personajes y situaciones tradicionales de la obra de Carroll. Por otro crea nuevos caminos, potenciando todo lo imaginativo que la historia posee. Nuevos caminos para seguir indagando, para seguir planteándose preguntas, para darle nuevos giros a la historia, para no conformarse con lo que ya sabíamos.
Me gustan mucho los escenarios: cotidianos y a la vez tan misteriosos, la forma de utilizar los objetos con los que convivimos dándoles nuevos valores y posibilidades (tú también lo haces con tus títeres...). Esos objetos que, también en la cotidianeidad, nunca sirven para lo que están destinados (siempre nos sorprendemos de las cosas variopintas que podemos a llegar a guardar en un cajón)
La cantidad de símbolos que aparecen de forma recurrente: las tijeras, la mesa, el ritual del conejo para abrir el cajón...
La niña me parece fascinante. Casi puedo ver a Alice Liddell, la niña para la que Carroll escribió esta historia. Hace un trabajo magnífico. parece entender muy bien qué es lo que se espera de ella, aunque imagino que el director ha tenido que trabajar duro para conseguir darle al personaje todas las características que eran necesarias para construir una historia como esta.

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24 junio, 2008

Tú lo sabes...

No serán Fabio, ni Alfonso, pero alguien, algún día -y no lo dudes-te acompañará en tu viaje a ese lugar que está, desde hace mucho tiempo, reservado para ti...

Matt Dusk
Fly me to the moon

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15 junio, 2008

En el bosque

IV Jornadas de Animación a la lectura de Arenas de San Pedro (Ávila)


El Puerto del Pico aparece de repente, en una curva de la carretera.
La gente que viaja por esa ruta, suele detenerse en el mirador del Puerto desde el que se divisa una bella panorámica del Valle del Tiétar.
Los pequeños pueblos que conforman el valle están repletos de rosas en esta época del año, y después de las copiosas lluvias caídas durante todo un mes, el paisaje está exultante de belleza, los olores, intensísimos, se cuelan por las ventanillas del coche, mientras descendemos la vertiginosa "montaña rusa" que cruza en algunos momentos la antigua Calzada Romana.

Un viaje hacia uno de esos pocos reductos que aún conservan viejas y buenas costumbres: las charlas al atardecer en las plazas, las sillas en las puertas de las casas, el saludo, incansable, de los vecinos...


Las Jornadas de animación a la lectura se vienen desarrollando en estos parajes desde hace ya 21 años. Desde aquellas primeras en aquel monasterio de las monjas, las posteriores en el Instituto, a estos últimos 4 años en el Bosque (después del exilio).


¿Qué diferencia a estas Jornadas de otras que, bajo epígrafes similares, se organizan a lo largo y ancho de nuestra geografía?


Las jornadas de Animación a la Lectura organizadas por la Asociación Pizpirigaña, siguen siendo uno de esos pocos espacios, capaz de convocar a más de trescientas personas llegadas de todo el país, para participar en un proceso de animación lectora en el que la pasión por la buena literatura se convierte en la única herramienta a disposición de los animadores.

Nada es fácil en esos 3 intensos días en los Bosques del Valle del Tiétar.

Ponencias elaboradas que no ofrecen las clásicas recetas o las repetitivas presentaciones en PowerPoint, o las experiencias concretas de cada uno. Ni pósteres, ni comunicaciones ni ponencias al uso. Sólo intervenciones en las que la poesía, la estética, el arte, la palabra, son los principales protagonistas.

La capacidad de Federico Martín Nebras, para convocar en aquel bello paisaje a los mejores creadores de la literatura de éste y de algún que otro país más allá de nuestras fronteras, resultaría difícil de entender para aquellos que aún no conocen a Federico. Y es, precisamente él, ayudado muy de cerca por un grupo de colaboradores que le acompañan desde hace más de 20 años, el que ha conseguido imprimir un sello que marca el tono de estas jornadas.

¿Que nos ofrece este tiempo sin tiempo, en el que todo parece detenerse bajo unos magníficos árboles centenarios arrullados por el infatigable murmullo del río?

En primer lugar hay que despojarse de las viejas expectativas que se generan ante este tipo de encuentros. Ser capaces de acudir sin prejuicios, dispuestos solamente a estar abiertos al torrente de sugerencias, reflexiones y sensaciones, con las que vamos a ser sorprendidos.

Abre las Jornadas, la conferencia de un sorprendido Felipe Benítez Reyes, que parece sentirse abrumado por un paisaje en el que el discurso corre el riesgo de empequeñecerse si no está sólidamente construido en el interior del que lo expone.

Ya en la primera noche, la proyección del corto, ganador del Goya al mejor corto de animación en 2007, dirigido por Coke Rioboo, “El viaje de Sahib” y el concierto del cantautor gaditano Javier Ruibal, nos permiten intuir que lo que se está haciendo esos días en Arenas de San Pedro va mucho más allá de un simple encuentro para debatir por qué veredas deben caminar los buenos lectores.

La mañana del sábado 7, se abre muy temprano y bajo un tibio sol, con la magnífica intervención (tercera ya en estos encuentros) de los escritores Jesús Marchamalo y Mario Merlino.
Si el segundo año de las jornadas los dos mantuvieron un apasionado “combate” a partir de las preposiciones –puede leerse en el libro que se acaba de publicar bajo el título “Palabras en el bosque”-y el tercer año con las conjunciones –se acabará publicando-, este año la batalla o el dialogo entre los dos han tenido como tema los adverbios.

El silencio entre los asistentes, roto tan solo por los ruidos del bosque, y las voces de los dos escritores, daba la medida del interés de los oyentes por un discurso exquisito, inteligente, y sagaz, en el que ideas y lenguaje iban y venían, sin darnos tregua para, apenas, coger aire.


A continuación, un maravilloso -que palabra tan limitada para calificar a este Poeta-Hombre-Poeta- Francisco Brines, quién a partir de una selección escogidísima de sus mejores poemas iba del nacimiento al amor, de la vida al amor,de la muerte al amor, del sexo al amor... pasando por lo divino y lo humano, por la psicología y la filosofía... para explicar quién había sido y quién era, con esa humildad y esa cercanía de los más grandes.


La tarde del sábado se inicia con la entrega del premio Pep Sempere, en su segunda edición, al Bibliobús de Zamora y la palabra de uno de los mejores narradores que existen en estos momentos en nuestro país: el gallego Quico Cadaval.


A continuación los talleres, repartidos por el bosque a cargo de: FEDERICO MARTÍN NEBRAS
“7 álbumes para infantes y niños" , RAÙL VACAS, Recorrido poético: De la raíz a la hoja” ; MARC TAEGER y ANTONIO SANTOS,“Quince razones y siete sinrazones para ilustrar un libro” ; los bibliotecarios del BIBLIOBÚS DE ZAMORA, “Buscando caminos”; el cuentacuentos camerunés, BONIFACE O´FOGO, QUICO CADAVAL y COKE RIOBÓO.


Por la noche, en el Castillo de la triste Condesa (ni una triste contessa, Alonso...), los Titiriteros de Binefar demostraron que el juego en la calle sigue siendo el más popular de todos los juegos.


El domingo por la mañana se abrió con una intervención del escritor Andrés Ibáñez que se perdió por vericuetos y caminos poco apropiados para un auditorio que esperaba mucho más de quién el año pasado con su: "El oficio de escribir", nos dejó con la boca abierta y el alma llena de inquietudes.


Carlos Marzal, bajo una lluvia que amenazaba, ahora si ahora no, nos hizo un gran regalo de despedida con una conferencia en el que no sobraba ni una coma. Referencias literarias y poéticas, reflexiones sobre el destino de la literatura, sobre qué, por qué, cómo, dónde y de qué manera, leer.


Las microambientaciones, entre conferencia y conferencia, del actor salmantino del grupo La Chana; Jaime Santos, de los Primigenius, de Boni y de un Raúl Vacas que, además de su palabra nos ofreció, junto a su compañera Isabel Castaño el magnífico decorado poético del bosque, pusieron la sonrisa, la nostalgia, el horizonte, la mirada necesaria, el gesto, los puntos suspensivos... todo lo necesario para que nada faltara para que todo fuera.
Gracias amigos, sin vosotros hubiera sido otra cosa.


Un episodio desafortunado con el coche de Emilio Urberuaga y la lluvia -tan extraña en ese tiempo-, se confabularon para que ni éste, ni Quico Cadaval pudieran poner la cereza final a unas Jornadas que siguen siendo una referencia indispensable, una cita mágica, para los que cada año acudimos a esos bosques del Tiétar.

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13 junio, 2008

Gilberto Gil

El de anoche fue un concierto que me permitió descubrir que Brasil ¡sigue existiendo!..
Y de qué manera!!!!

La Plaza Mayor vibraba a ritmo del reggae brasileño de ese hombre, vestido de blanco, de piel oscura y rastas plateadas.
Es una auténtica estrella y lo sabe. Es cálido, cercano, generoso, humano y buen comunicador. Y además Ministro de Cultura de su país.

Defiende causas que parecen no interesar a nadie: el libre acceso a la cultura, la cultura al alcance de todos. Por eso dicen de él que practica la ética "Hacker". Frente a los que arguyen en contra de este proceso los riesgos de la piratería, Gil comenta que "cuando Edison, inventor del cine, registró la patente de su invención en la costa este de EEUU, algunos creadores escaparon al monopolio que pretendía emigrando a California. Aquellos primeros ‘piratas’ fueron los fundadores de Hollywood".

Llenó de calor, color y sabor la noche salmantina. Sambas de las distintas regiones del Brasil, clásicos como "La chica de Ipanema", temas de Bob Marley o de los Beatles, algunas viejas canciones de su primera época...

Y muchos compatriotas animando con sus bailes la plaza, coreando sus canciones, enarbolando banderas de ese magnífico país que, a pesar de los pesares, sigue existiendo.

Y de qué manera!!!

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12 junio, 2008

Torero

Llegó, venció y convenció.

Vestido de torero, en uno de esos guiños de humor que le caracterizan, apareció puntual en el escenario, se sentó delante de su piano y empezó a interpretar cada uno de esos temas que muchos conocemos, con la garganta de adolescente al que aún no se le ha formado la voz.

La Plaza Mayor se llenó hasta más de la mitad de su aforo. Adolescentes norteamericanos, de visita de estudios en Salamanca, coreaban cada canción y reían a carcajadas las intervenciones entre tema y tema, del canadiense.

Del piano a la guitarra y de la guitarra al piano, solo,en un escenario que parecía reducirse a medida que avanzaba el concierto, para convertirse en el salón de su casa, o en un pequeño bar de suburbio.

Y se lanzó al ruedo, arriesgando temas que parecían imposibles en ese lugar, temas íntimos, casi susurros. Acercándose y alejándose, encandilando al público, mientras acariciaba el piano como si estuviera tocando un Nocturno de Chopin .

Rufus Wainwright es un atrevido que ha llegado en el momento preciso al lugar exacto.
No es un gran cantante, sí un gran intérprete, compositor y sobre todo un entusiasta de lo que hace. Y eso se nota.
Se nota el trabajo bien hecho, la experimentación, el riesgo, la innovación y que detrás de todo eso hay un chico inteligente que sabe muy bien lo que quiere y lo que queremos o deberíamos querer.
Eché de menos a sus músicos. Hubiera sido otra cosa. Pero se me pasó muy deprisa la hora y media que duró el concierto.
Eché de menos alguno de los temas de Leonard Cohen, que interpretaba en la película homenaje al autor: "I'm your man".
Pero me conformé con verle tan de cerca, con escuchar el Alleluja o Cigarettes and chocolates milk.
Con descubrir que es de carne y hueso y no sólo el fruto de un sueño de una noche de verano.

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11 junio, 2008

Por fin...

Hoy, a las 23.30 h. en la Plaza Mayor de Salamanca

rufus wainwright


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06 junio, 2008

Samba de una nota so

Tom Jobim y Gerry Mulligan en el apartamento de éste en New York, en los años 50.
Gerry Mulligan aprende a tocar con su clarinete, la "Samba de una sola nota".
Un documento maravilloso.

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