11 julio, 2012

Siete años, siete.



Ahora, el tiempo parece ir mucho más rápido.
Entro en el blog y veo que la última entrada fue del 28 de junio. Casi 14 días y ni me había acordado de entrar o de escribir algo.
El tiempo va haciendo su trabajo y yo llevo manteniendo este cuaderno de bitácora, desde hace siete años.
Demasiado tiempo, sí. Recomendando lecturas, músicas, películas, escribiendo sensaciones, describiendo paisajes...
Excepto en algunas ocasiones, nunca he sabido a quién llegaban estas recomendaciones, si es que llegaban a alguien más. Ha sido un placer solitario, como la lectura, como los paseos que tanto me gustan, como la música, que casi siempre escucho a solas, como disfrutar del silencio de la noche cuando todos duermen. Esos placeres íntimos en un lugar tan público como es este, sí.

Han pasado siete veranos, siete otoños, e inviernos y primaveras. 
He dicho adiós a algunos seres queridos que aparecieron por aquí en algún momento.
He conocido a gente de la que he hablado entre líneas o explicitamente.
He renunciado a algunas cosas en estos años, a algunas creencias, a algunas ideas.
He adquirido cosas nuevas que me ayudan a sobrellevar algunos días.
No soy más sabia, sí más vieja, quizá un poco más triste -las renuncias y las pérdidas van apagando algunas luces- 

No voy a releer el primer post que puse aquí, hace justo en este mes, siete años. La nostalgia sigue haciéndome daño.
Y voy a parar un tiempo.
Para comprobar si sigo necesitando escribir lo que escribo, si quiero escribir algo distinto, algo nuevo, o si ya no quiero ni necesito seguir escribiendo.
Quiero agradeceros los comentarios, los ánimos, las palabras que me habéis regalado en todo este tiempo y algunos sentimientos que surgieron desde aquí, las amistades que nacieron desde aquí y vuestra paciente y, en algunos casos, fiel lectura casi diaria.
Ha sido, para mí, un bonito viaje. Cuando eche de menos volver a embarcarme, volveré.
Aquí, o en otro lugar, espero que volvamos a encontrarnos. 


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