26 septiembre, 2011

La Orquesta de Extremadura


La Orquesta de Extremadura, fue creada por la Junta de Extremadura en el año 2000. Desde entonces, ha desarrollado una gran actividad concertística, preferentemente en la Comunidad Extremeña, aunque también ha actuado en importantes salas del resto de España y Portugal. 
Como viene siendo habitual, la Orquesta de Extremadura desarrolla, anualmente, su ciclo de abono en Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia; además de los ciclos de conciertos en diversas localidades extremeñas, conciertos didácticos para escolares, conciertos en familia, conciertos extraordinarios y giras fuera de la Comunidad Autónoma. En su corta existencia ha recibido excelentes críticas, tanto por su programación como por su calidad, despertando siempre el entusiasmo del público.
Con la Orquesta de Extremadura, han colaborado grandes directores como: Carlos Kalmar, José Ramón Encinar, Yeruham Scharovsky, Antoni Ros Marbá, Enrique García Asensio,Christopher Wilkins, Martin Sieghart, Tan Lihua y Marzio Conti, entre otros, y prestigiosos solistas como: María Joâo Pires, Pepe Romero, Joaquín Achúcarro, Radovan Vlatkovik,Schellenberger, Ara Malikian, Asier Polo, Matt Haimovitz, María Orán, Jorge Luis Prats, Gerard Caussé, Sergio Azzolini y Alexandre da Costa, entre otros.
El nuevo gobierno de Extremadura, que preside José A. Monago (PP), es de la opinión que mantener una orquesta, hoy en día en su Comunidad, es un lujo que los extremeños no pueden ni deben permitirse -como si la cultura pudiera ser denominada como un lujo, siendo un bien de primera necesidad-. El Consejero de Hacienda extremeño dice que la desaparición de la Orquesta, supondría la posibilidad de que 150 familias comieran todos los meses -de la importancia del "alimento cultural", básico para el desarrollo y consolidación de una sociedad no dice nada- sin tener en cuenta, claro, a los músicos que se quedarían en paro por dicha supresión, sin contar, tampoco, con la desaparición de sueños, esperanzas y motivaciones de decenas de estudiantes de los conservatorios extremeños que tienen, en esa Orquesta, su horizonte más cercano y sin que parezca importarles, claro está, la desilusión de todos esos niños y jóvenes al enfrentarse a una sociedad en la que su futura profesión no  es respetada ni valorada.
Muy mal andamos en un país en el que la cultura es considerada una baratija, innecesaria y susceptible de ser la primera de la lista en ser eliminada cuando cambian los aires.
La cultura y la educación son inversiones a largo plazo, los pilares más seguros y necesarios del edificio social, las únicas apuestas seguras en tiempos de crisis. 
Porque una sociedad educada y culta tiene más posibilidades de no cometer los errores que nos han llevado al lugar en el que nos encontramos ahora.
Tal vez, algún día, seamos conscientes de lo importante que hubiera sido reclamar su importancia en el momento preciso y luchar por ellas no permitiendo convertirlas en monedas de cambio.

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17 septiembre, 2011

Ciudades. 1. Lisboa

Lisboa
La ciudad blanca, a veces perdida bajo la bruma azul.
Ciudad de recuerdos y saudades, llena de vida y de sueños.
La de los tejados, la de los tranvías, la de las colinas y el Castelo, la del río y la del mar, la del puente colgante, la de las calles empinadas, la de los adoquines y las flores, la de los fados, el bullicio y el silencio.
Lisboa, Siempre.

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09 septiembre, 2011

Nuestro lenguaje

Hablamos de lo que nos pasa. Hablamos de lo que somos.
Da igual la forma en la que lo hagamos: con nuestras palabras, con las de otros, con poemas o citas, con los libros que recomendamos y las películas que elegimos.
Hablamos de lo que le sucede a nuestra alma.
Con la música que escuchamos, las ilustraciones que escogemos, los paisajes que viajamos.
Nada se escoge porque sí, nada se deja al azar, nada es gratuito o superficial. Siempre hablamos de lo que nos sucede, de lo que somos.

A veces lo hacemos con claridad y directamente. A veces, la mayoría, el pudor nos hace escondernos tras las cortinas de lo ajeno. Pero siempre somos nosotros, siempre nuestro lenguaje, nuestra forma de comunicarnos, de pedir auxilio, de establecer complicidades, de tender puentes o destruirlos/destruirnos.

Pero a veces la pena se presenta de sopetón, sin causa aparente y lo llena todo y entonces eres incapaz de encontrar, entre tanta pena, ninguna palabra que merezca la pena, ninguna cita, ningún poema, ninguna canción, ninguna imagen.
La pena es así. Ocupa mucho espacio. Paraliza el cuerpo y el lenguaje.
Sólo hay que esperar que pase -siempre acaba pasando- y entonces empiezan a brotar de nuevo las palabras que nos permiten volver a hablar de lo que nos pasa, de lo que somos.

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04 septiembre, 2011

De nuevo septiembre

Y la vuelta al "cole", y los anuncios de coleccionables en las televisiones, y las colas en las librerías para comprar los libros de textos, y el color del cielo que, de repente, ha virado a gris, y las primeras hojas de los árboles sobre las aceras, y los planes para el año -para muchos el nuevo año comienza en septiembre- sin propósitos -eso lo dejo para enero-

De nuevo septiembre, cerrando las persianas del verano, precipitándose con prisas sobre los recuerdos -frescos aún- de viajes y paisajes recién vividos.
Metiendo prisa, acercando el otoño, implacable y poco compasivo, de nuevo Septiembre.

Atrás quedaron los baños al amanecer en el Atlántico, los paseos vespertinos por las pequeñas calas gallegas, el sosiego de pueblos y paisajes, los sabores inolvidables de buenos platos y buenos vinos a la puesta del sol.



Atrás también el baño nocturno en el Mediterráneo, los paseos por el barrio gótico de Barcelona, la mañana luminosa en ese gran jardín que es el Parque Guell, la Sagrada Familia majestuosa e interminable.



Y el pequeño tren blanco de Montpellier con sus banderas, y el Hotel Le France de Chambery y los croisants  recién hechos del desayuno en la pequeña placita junto al Teatro y la nostalgia -insatisfecha- de regresar a Grenoble mientras la veía desparecer entre la bruma.
También quedarón atrás los canales de Annency y el restaurante de estilo indescriptible y elegante lentitud francesa.
Y las calles de Zürich y el lago rebosante de jóvenes y bullicio, y el restaurante Madrid inalterable a pesar de los años, y el Splendid del Niederdorf, el único barrio que nunca duerme de la capital suiza.







Lejos ya el rojo de Basilea, el azul de las montañas verdes del Rigi, el tren de cremallera subiendo despacio hacia las nubes, los puentes coloreados de Lucerna, la Alsacia francesa pintoresca y floreada, las ruidosas cataratas de Schaffhausen y la oscura e inquietante Clermont Ferrand, con su arquitectura volcánica y sus callejuelas de película de suspense. 







Y aquel baño en el Cantábrico de San Sebastián que sirvió de despedida y cierre para este verano de aventuras marinas y terrestres.



Saco de la maleta los libros que llevé y leí en los momentos de sosiego. Saco también aquellos que permanecieron sin abrir por los momentos de ocupación y desasosiego. Y los leídos a medias entre unos momentos y otros.
Y me preparo para el otoño, como se preparan la tierra, y los árboles, recogiendo los frutos, envasándolos en tarros de cristal, preparando la despensa...






  

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