29 diciembre, 2010

Una historia nada vulgar

Me ha gustado mucho una novelita italiana del S.XIX.


Se trata de Un matrimonio de provincias, de Marquesa Colombi (1840-1920), pseudónimo de Maria Antonietta Torriani, traducida por Mercedes Corral y María Corral, con prólogo de Cristina Grande y posfacio de Natalia Ginzburg quien dice de esta novela: «Leí y releí esta novela un sinfín de veces, desde los siete hasta los catorce años. [...] Creo que sobre estas páginas fijé la mirada seria, severa, devota y maravillada con la que observamos en la infancia las caras de los adultos que se inclinan hacia nosotros.»

La novela se publicó en 1885. En 1973 Italo Calvino la rescató del olvido al publicarla en la colección Centopagine, de Einaudi, precedida de una introducción de Natalia Ginzburg, incluida en esta edición como posfacio.
La editorial zaragozana Contraseña, la rescata ahora para el deleite de todos nosotros.

La historia es corriente: una muchacha guapa e inocente fantasea con ser la elegida de un joven gordo y adinerado. Lo extraordinario es cómo está contada. La familia es vulgar; la ciudad, Novara, plúmbea; la única distracción para una chica consiste en sentirse mirada por un hombre. El estilo es tan seco, tan irónico, que convierte esta anécdota mil veces repetida es una historia modernísima, nada retórica y muy audaz.

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26 diciembre, 2010

Vuelvo al sur







Volveré, un año más, al sur que me vio nacer.

A sus calles que reconozco como las palmas de mis manos.
A sus olores que me traen recuerdos y aromas de la infancia con la misma fuerza de entonces.
A su luz. Esa luz entre española y portuguesa, con su torre dorada al atardecer, sus murallas y su Alcazaba, el río que cruzaba, de niña, en largas barcazas de madera, las viejas y enormes palmeras que intentan alcanzar el cielo azul...

Volveré, un año más, pero no como siempre. Nada es igual un año después. Los paisajes interiores han ido cambiando en estos 12 meses.
He ido añadiendo pérdidas, sumando experiencias, recogiendo miradas, y guardando algunas cosas, desordenadamente aún, en el desván de la memoria.

Decía la actriz Ingrid Bergman que para ser dichosos debíamos de tener buena salud y mala memoria. Así de sencillo, así de difícil.

Yo volveré de nuevo al sur. Para dar largos paseos y descubrir lo que mi ciudad es ahora, y lo que nunca ha dejado de ser. Para intentar entender -una vez más- por qué, a pesar de que no es una ciudad bellísima, monumental, turística o demasiado cuidada, a mí me gusta tanto y me encuentro tan bien allí.

Os deseo a todos/as un feliz solsticio de invierno, felices días de descanso y un año lleno de cosas con las que disfrutéis, solos o junto a la gente que amáis.




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24 diciembre, 2010

Ventanas

Me gustan las ventanas.
De madera, de hierro, blancas, marrones o verdes, con flores en el alfeizar o con libros apoyados en los cristales.
Me gustan con persianas levantadas y sin cortinas, como grandes ojos mirando hacia el infinito.
Me gusta verlas abiertas en verano, dejando entrar el aire cálido y los aromas de la calle o del jardín.
Me gusta mirar a través de ellas el mundo de mi barrio, a los personajes cotidianos que aparecen y desaparecen como si fueran escenas de una película.
Me gusta pasear por la calle por la noche y mirar las ventanas iluminadas con distintas gamas de amarillos y naranjas, ventanas que me cuentan historias de los habitantes de las casas desconocidas, o me ocultan los secretos de la gente que conozco.
Me gustan más las ventanas que las puertas. Éstas últimas me frenan el paso, las ventanas me invitan a entrar.
Me gusta ver fotos de ventanas, dibujos de ventanas, cuadros de ventanas, que me transmiten siempre una sensación plácida de sosiego, de bienestar, de bienvenida, de hogar, de misterio, de curiosidad...
También me gusta la imagen de alguien cuando mira a través de ellas. Hay siempre algo de nostalgia en esas miradas, algo de melancolía, algo de pasado y de paisaje.
O la imagen de alguien sentado junto a una ventana con un libro entre las manos, sorbiendo un café, con los ojos entornados o con la cabeza reposando en la mano. Sentarse junto a una ventana es quedarse e irse, estar y no estar, sentir los pies en el suelo y volar sobre los tejados.
Cuando llego a una casa lo primero que miro son sus ventanas. A veces es lo único que miro. Cuando alguien visita mi casa, por primera vez, lo primero que le enseño es lo que se ve a través de mis ventanas.
Cuando era pequeña me gustaba sentarme en ellas con los pies colgando en el vacío.




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22 diciembre, 2010

Pensamiento


(...) amamos las cosas porque las vemos amenazadas, bajo una luz crepuscular. Se dispara nuestro amor cuando nos asalta la conciencia de su vulnerabilidad. Los dioses nos llaman con desprecio "semejantes a hojas" ignorando que es el esplendor de hoja caduca lo que nos conmueve y el temblor rosa de la carne efímera lo que nos enciende. Y así en todo: la madre se enternece de su recién nacido porque lo ve dependiente y frágil; juramos amor eterno porque nos rebelamos a su extinción inexorable; admiramos al hombre valiente porque sabemos que arriesga su única vida; nos conmueve la belleza del otoño porque tenemos en mente el rotar de las estaciones.
JAVIER GOMÁ LANZÓN

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19 diciembre, 2010

Genial Szymborska

Agradecimiento

Debo mucho
a quienes no amo.

El alivio con que acepto
que son más queridos por otro.

La alegría de no ser yo
el lobo de sus ovejas.

Estoy en paz con ellos
y en libertad con ellos,
yeso el amor ni puede darlo
ni sabe tomarlo.

No los espero
en un ir y venir de la ventana a la puerta.
Paciente
casi como un reloj de sol
entiendo
lo que el amor no entiende;
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.

Desde el encuentro hasta la carta
no pasa una eternidad,
sino simplemente unos días o semanas.

Los viajes con ellos siempre son un éxito,
los conciertos son escuchados,
las catedrales visitadas,
los paisajes nítidos.

Y cuando nos separan
lejanos países
son países
bien conocidos en los mapas.

Es gracias a ellos
que yo vivo en tres dimensiones,
en un espacio no-lírico y no-retórico,
con un horizonte real por lo móvil.

Ni siquiera imaginan
cuánto hay en sus manos vacías.

"No les debo nada",
diría el amor
sobre este tema abierto.


Wislawa Szymborska
De "El gran número" 1976
Versión de Abel A. Murcia

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14 diciembre, 2010

Hoy

Piensas: ya ha pasado un tiempo.


Y en ese instante un pinchazo en el corazón te recuerda que es corto el adiós, pero largo el olvido.
Hoy me he acordado mucho de ti. Y te he echado mucho de menos. Y hubiera dado cualquier cosa por poder verte, aunque sólo fuera un tiempo, un ratito corto.
Aunque de todas formas siempre me parecería demasiado corto, demasiado poco.

A mano amada

A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;

allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.

Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.

Ángel Gonzàlez

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13 diciembre, 2010

A la hora de la muerte de Enrique Morente


Se nos va uno de los grandes del flamenco, de los renovadores, de los que experimentaron con ese difícil arte de conjugar la música con el resto de las Artes.
Sincero y honesto, huyó siempre de la ortodoxia para hacer aquello que le gustaba, sin importarle las críticas de los más "puristas" que le achacaban no ser un flamenco puro.
Es el cantaor que más préstamos pide a los poetas: Miguel Hernández, San Juan de la Cruz, García Lorca, Al Mutamid, los hermanos Machado, Lope de Vega, Bergamín, Garfias, Guillén y muchos más.
Compuso obras para el teatro, para el cine y la televisión, creó una misa flamenca, intervino en películas y con su Fantasía de Cante Jondo integró la música culta en el flamenco.

Hoy, día en que ya empezamos a echarle de menos, me impresiona escucharle en este tema:

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11 diciembre, 2010

Jorge Luján

“Las palabras son alimentos sutiles, a veces dulces, a veces ácidos.
También son tentadoras: pueden hacernos perder un paraíso, o regalarnos otro.”

Jorge Luján

Leo los álbumes, publicados para niños,de este autor argentino, también arquitecto, músico y poeta.
Uno de los creadores para niños, menos complacientes y por tanto más interesante, polémico y diverso.
Un autor que huye permanentemente de lo previsible, sin apartarse del espíritu infantil, y que confiere a sus textos un halo poético que juega con el ritmo y la armonía.

Además están ilustrados por grandes ilustradores como, en el caso de estos tres, Mandana Sadat, Isol y Julia Frieser.

Un buen regalo para estas navidades, no sólo para los más pequeños...






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09 diciembre, 2010

Música de colores

Hoy es un día gris.
Un día color diciembre, un día en el que la niebla se apodera del cielo y dibuja calles en sombra.
Hoy escucho un disco, para mí imprescindible, al que vuelvo en muchas ocasiones y que tiene la virtud de volverse del color del día en que lo oigo.

Lo he escuchado en tardes amarillas de verano.
Lo he escuchado en mañanas azules de primavera.
Y también en anaranjadas puestas de sol.
Lo he escuchado viajando en coche con las ventanillas abiertas o refugiada en casa mientras el blanco de la nieve cubría las plantas del jardín.

Nunca me ha defraudado.
Un día, me sorprendió con los colores del arco iris.


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06 diciembre, 2010

Diciembre en Madrid

Disfruto de Madrid en diciembre, y del arte de lo efímero en la Casa Encendida, una exposición que, bajo el título de "on & on" recoge la obra de 14 artistas de distintas generaciones y nacionalidades, la mayoría de las cuales son obras concebidas específicamente para el espacio que las acoge.

Ya en la primera sala, nos sorprende un ir y venir de pájaros diamantes posándose sobre instrumentos musicales, creando melodías únicas e irrepetibles. O en la segunda sala, aguzamos sorprendidos los sentidos con un espacio realizado íntegramente en chocolate, o la maravillosa voz que nos sorprende desde una esquina.

Toda la exposición juega con elementos perecederos, con estados irrepetibles, con nuestros sentidos y nuestros asombros, con la estética de los pequeños elementos cotidianos que se conjugan para ofrecernos este arte que sólo podrá ser contemplado de una forma única y que va evolucionando con el paso de las horas.

El chocolate y los churros de San Ginés (en la calle Arenal), la cena en el Public, en esa calle siempre sorprendente del Desengaño, la noche bulliciosa madrileña y el paseo al amanecer por las calles semi-desiertas, fueron el decorado de unas horas en las que también disfrutamos del afecto y la buena compañía.

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