Hoy
Piensas: ya ha pasado un tiempo.
Y en ese instante un pinchazo en el corazón te recuerda que es corto el adiós, pero largo el olvido.
Hoy me he acordado mucho de ti. Y te he echado mucho de menos. Y hubiera dado cualquier cosa por poder verte, aunque sólo fuera un tiempo, un ratito corto.
Aunque de todas formas siempre me parecería demasiado corto, demasiado poco.
A mano amada
A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.
A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.
Ángel Gonzàlez
Etiquetas: Ángel González, diario, poemas
2 Comments:
¡Vaya, Isabel! En el club de lectura leemos un texto conjuntamente al final. El de hace dos sesiones fue A mano amada. (Alternamos prosa con poesía, tratando de que la vayan tolerando quienes no tienen costumbre).
Un abrazo.
Bonita coincidencia Ignacio, bajo estos fríos también compartidos. Un abrazo
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