¿Por qué, hasta cuándo, en qué momento
se reunirán todas esas miradas en haz trepidante,
para hacerse breve rayo definitivo?
Carmen Conde
29 octubre, 2008
Qué vemos cuando miramos
Creo que es la primera vez que un libro de los llamados "científicos", me fascina tanto.
Leo de un tirón, "Los colores de la luna", de la profesora italiana Paola Bressan, una investigación fascinante sobre los misterios de la percepción y la relación entre el ojo y el cerebro.
Pues eso. Lo que nosotros vemos cuando miramos y lo que es en realidad.
No es muy frecuente, en esta pequeña ciudad, poder disfrutar de un magnífico concierto de música clásica, como el que hemos tenido la gran suerte de vivir esta noche.
En el escenario la London Symphony Orchestra. Sí, esa a la que todos los que nos hemos visto los 6 episodios de la Guerra de las Galaxias, habíamos escuchado interpretando su banda sonora.
Al frente de la orquesta, uno de los directores jóvenes más interesantes del panorama musical en la actualidad: Daniel Harding.
Y un repertorio en Do mayor de 3 autores fascinantes: Sibelius, Mozart y Schumann.
La colocación de los miembros de la orquesta, como correspondía al programa, a la alemana (violines a derecha e izquierda y violonchelos y violas en el centro).
Y una de las mejores pianistas intérprete de repertorios clásicos: Imogen Cooper, como solista en el concierto para piano y orquesta nº25 en Do Mayor de Mozart.
2 horas y media para un concierto -propina incluída (¿era el Vals triste de Sibelius?)-que podía haber durado todo el tiempo del mundo.
Nadie se removió en su asiento, no hubo bajas de público en la segunda parte (la mejor prueba de fuego) y la gente aplaudíamos como si estuviéramos en las nubes (¿es que no estábamos?).
A los 26 violines, 9 violas, 8 violonchelos, 6 contrabajos, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 5 trompas, 4 trompetas, 3 trombones, tuba y percusión, no se les va una nota. Afinan a la perfección y ponen el alma en cada movimiento.
Destacar la interpretacion del concertino (Tomo Keller), del primer violonchelo (Cyrille Lacrouts), de Fanny Maselli (fagot) y el primer flauta (Gareth Davies). Destacar por destacar, porque nadie era menos que nadie en el escenario.
La entrada de Imogen Cooper, seguida del director fue espectacular. Como una diosa se sentó delante del piano y esperó, con la cabeza erguida y expresivos movimientos en la cara, a que la orquesta acabara la fanfarria del primer movimiento, para dedicarnos un piano lleno de emoción y sensibilidad.
No sé si alguien pudo apartar los ojos de ella el tiempo que duró la obra. A la salida los comentarios me hicieron pensar que no.
No sé si alguien puede poner una sola pega a este concierto. Lo dudo.
Sea como sea, yo he disfrutado como hacía mucho que ninguna de las orquestas que han pasado en los últimos años por aquí, me han hecho disfrutar.
Hoy, por unos instantes, me he sentido, de alguna manera, inmortal.
visitar las más de treinta exposiciones individuales y colectivas, de artistas nacionales e internacionales que Explorafoto ha organizado en Salamanca convirtiéndola, por varias semanas, en una de las capitales internacionales de la imagen.
No os perdáis -fantástica- la que hay el Da2:
Rock My Religion. Cruce de caminos entre el rock y las artes visuales (1956-2006).
Una exposición que ecupera medio siglo de historia y pone en escena un nuevo cruce entre el arte de vanguardia y el rock. Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Richard Hamilton, Dan Graham, Robert Longo, Christian Marclay, Tony Oursler o Joseph Beuys, y movimientos artísticos como el Pop Art, la Performance, el arte conceptual o el situacionismo entre muchos otros, recreando los modos e iconografías del rock y mostrando, de distintas formas, el potencial creativo y significativo de este género musical.
El rock, mucho antes que el arte sirvió para dinamitar las barreras entre la alta y la baja cultura, entre el arte y el espectáculo, entre el escenario y la vida cotidiana y tal vez por ello el rock ha sido el primer movimiento contracultural de la historia que desde sus inicios fue susceptible de ser asimilado e integrado dentro del sistema económico para dar luz a una de las industrias más florecientes del capitalismo cultural. La magnífica exposición del D2 incluye: fotografía, vídeos, collages, audiovisuales, discos míticos, vestuario, y montones de objetos-reliquias para todos aquellos que disfrutéis con la historia del rock y todo lo que la rodeó.
escuchar a Luis Pastor. Me trae el paisaje que añoro, la lengua de mi infancia, los colores de mi sierra, los olores, las luces de aquel tiempo en el que las únicas sombras, eran las de las encinas, alcornoques y olivos.
Me gusta L. cuando calla porque no está como ausente, y su sonrisa y su mirada recogen tus palabras para hacerte sentir tan cómoda...
También me gusta cuando habla porque en pocas palabras dice muchas cosas, y su gesto es amable, y es dulce y su mirada está llena de ternura.
A L. le gusta el cine, más que muchas otras cosas, y siempre te recomienda una película o dos o tres, de algún director que sólo ella y unos pocos conocen.
Sus películas, las películas que ella recomienda, son como ella. En pocas palabras nos cuentan muchas cosas. Importan siempre más el gesto o el hecho, el hacer que el decir, el silencio que el ruido....
Cuando L. aparece siempre siento que se me llena el corazón. Como si su sola presencia bastara para darle sentido a ciertos momentos de mi vida. Y así es. Por eso a veces la miro sin que ella me vea. Me gusta espiarla por el rabillo del ojo para intentar descubrir el secreto de su serenidad, el origen de su fuerza, el lugar del que nace esa sonrisa que casi nunca pierde.
A veces siento como si nos mirara desde un lugar privilegiado en el que nuestras pequeñas salidas de tono son desconocidas. Un lugar que está por encima del tiempo y las miserias cotidianas, de las disputas y los enfados, de las tacañas prioridades, de los berrinches egoistas...
A L. le gusta el té blanco -Limpton-, y el queso de cabra, y hacer salmorejo o bizcocho de chocolate,con azucar de caña ,que comparte con nosotros debajo de las estrellas.
Un día vi una foto de ella en la fuente de la Corredera de Hervás. Era una foto en blanco y negro, junto a un cantante inglés que después sería famoso. Era mucho más joven entonces, pero era la misma que es ahora. Es decir, la hubiera reconocido,tal como es, en aquellos años juveniles.
La misma mirada serena, curiosa, ávida de conocer y sentir, la misma fuerza que sale de ella para contagiarnos a los que tenemos la suerte de conocerla.
No hay tanta gente como L.
Por eso, cuando ella aparece, el tiempo se detiene, como en la mesa del Sombrerero Loco de Alicia, y nos permite celebrar cada día un feliz no-cumpleaños.