24 octubre, 2008

Cierta inmortalidad


No es muy frecuente, en esta pequeña ciudad, poder disfrutar de un magnífico concierto de música clásica, como el que hemos tenido la gran suerte de vivir esta noche.

En el escenario la London Symphony Orchestra. Sí, esa a la que todos los que nos hemos visto los 6 episodios de la Guerra de las Galaxias, habíamos escuchado interpretando su banda sonora.

Al frente de la orquesta, uno de los directores jóvenes más interesantes del panorama musical en la actualidad: Daniel Harding.

Y un repertorio en Do mayor de 3 autores fascinantes: Sibelius, Mozart y Schumann.

La colocación de los miembros de la orquesta, como correspondía al programa, a la alemana (violines a derecha e izquierda y violonchelos y violas en el centro).

Y una de las mejores pianistas intérprete de repertorios clásicos: Imogen Cooper, como solista en el concierto para piano y orquesta nº25 en Do Mayor de Mozart.

2 horas y media para un concierto -propina incluída (¿era el Vals triste de Sibelius?)-que podía haber durado todo el tiempo del mundo.

Nadie se removió en su asiento, no hubo bajas de público en la segunda parte (la mejor prueba de fuego) y la gente aplaudíamos como si estuviéramos en las nubes (¿es que no estábamos?).

A los 26 violines, 9 violas, 8 violonchelos, 6 contrabajos, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 5 trompas, 4 trompetas, 3 trombones, tuba y percusión, no se les va una nota. Afinan a la perfección y ponen el alma en cada movimiento.

Destacar la interpretacion del concertino (Tomo Keller), del primer violonchelo (Cyrille Lacrouts), de Fanny Maselli (fagot) y el primer flauta (Gareth Davies). Destacar por destacar, porque nadie era menos que nadie en el escenario.

La entrada de Imogen Cooper, seguida del director fue espectacular. Como una diosa se sentó delante del piano y esperó, con la cabeza erguida y expresivos movimientos en la cara, a que la orquesta acabara la fanfarria del primer movimiento, para dedicarnos un piano lleno de emoción y sensibilidad.

No sé si alguien pudo apartar los ojos de ella el tiempo que duró la obra. A la salida los comentarios me hicieron pensar que no.

No sé si alguien puede poner una sola pega a este concierto. Lo dudo.

Sea como sea, yo he disfrutado como hacía mucho que ninguna de las orquestas que han pasado en los últimos años por aquí, me han hecho disfrutar.

Hoy, por unos instantes, me he sentido, de alguna manera, inmortal.


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1 Comments:

At 11:54 a. m., Anonymous Anónimo said...

"chapeau" por Auseron y nunca mejosr dicho porque le encantan los sombreros.bibliotecario@mixmail.com

 

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