La Orquesta de Extremadura, fue creada por la Junta de Extremadura en el año 2000. Desde entonces, ha desarrollado una gran actividad concertística, preferentemente en la Comunidad Extremeña, aunque también ha actuado en importantes salas del resto de España y Portugal.
Como viene siendo habitual, la Orquesta de Extremadura desarrolla, anualmente, su ciclo de abono en Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia; además de los ciclos de conciertos en diversas localidades extremeñas, conciertos didácticos para escolares, conciertos en familia, conciertos extraordinarios y giras fuera de la Comunidad Autónoma. En su corta existencia ha recibido excelentes críticas, tanto por su programación como por su calidad, despertando siempre el entusiasmo del público.
Con la Orquesta de Extremadura, han colaborado grandes directores como: Carlos Kalmar, José Ramón Encinar, Yeruham Scharovsky, Antoni Ros Marbá, Enrique García Asensio,Christopher Wilkins, Martin Sieghart, Tan Lihua y Marzio Conti, entre otros, y prestigiosos solistas como: María Joâo Pires, Pepe Romero, Joaquín Achúcarro, Radovan Vlatkovik,Schellenberger, Ara Malikian, Asier Polo, Matt Haimovitz, María Orán, Jorge Luis Prats, Gerard Caussé, Sergio Azzolini y Alexandre da Costa, entre otros.
El nuevo gobierno de Extremadura, que preside José A. Monago (PP), es de la opinión que mantener una orquesta, hoy en día en su Comunidad, es un lujo que los extremeños no pueden ni deben permitirse -como si la cultura pudiera ser denominada como un lujo, siendo un bien de primera necesidad-. El Consejero de Hacienda extremeño dice que la desaparición de la Orquesta, supondría la posibilidad de que 150 familias comieran todos los meses -de la importancia del "alimento cultural", básico para el desarrollo y consolidación de una sociedad no dice nada- sin tener en cuenta, claro, a los músicos que se quedarían en paro por dicha supresión, sin contar, tampoco, con la desaparición de sueños, esperanzas y motivaciones de decenas de estudiantes de los conservatorios extremeños que tienen, en esa Orquesta, su horizonte más cercano y sin que parezca importarles, claro está, la desilusión de todos esos niños y jóvenes al enfrentarse a una sociedad en la que su futura profesión no es respetada ni valorada.
Muy mal andamos en un país en el que la cultura es considerada una baratija, innecesaria y susceptible de ser la primera de la lista en ser eliminada cuando cambian los aires.
La cultura y la educación son inversiones a largo plazo, los pilares más seguros y necesarios del edificio social, las únicas apuestas seguras en tiempos de crisis.
Porque una sociedad educada y culta tiene más posibilidades de no cometer los errores que nos han llevado al lugar en el que nos encontramos ahora.
Tal vez, algún día, seamos conscientes de lo importante que hubiera sido reclamar su importancia en el momento preciso y luchar por ellas no permitiendo convertirlas en monedas de cambio.
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