L. tiene 15 años
Le encanta la música y es capaz de, con sólo oír los primeros acordes de un tema, identificar al grupo o la canción. Tiene además buen gusto para escoger lo que escucha y no se deja llevar por las canciones de moda o las que suenan en las listas comerciales.
También dibuja muy bien. Lo hace desde que era muy pequeña y copiaba de los ilustradores de cuentos. Ahora crea ella misma personajes tipo "Manga", con los que expresa emociones y sentimientos.
Lee apasionadamente a Bukowski y te comenta sus obras con soltura y gran rigor analítico. Lee a otros también: clásicos de la literatura española, o novelas de autores centroeuropeos que nos son best-sellers.
Le encanta escribir. Un día, en una soleada tarde primaveral, recostadas en una tumbona en el campo, me leyó un cuento de 7 hojas que había escrito sin faltas de ortografía y con una excelente gramática y amplio vocabulario. Parecía escrito por alguien mucho más adulto y con más experiencias en la vida y en lecturas.
Huye a menudo de la ciudad, buscando espacios verdes, arboledas y ríos en los que dice sentirse más a gusto que en el asfalto.
Es una apasionada de la Edad Media, de la que defiende su estética y el valor -despojado de artificios- del ser humano, por el simple hecho de eso, de ser humano.
Y es que además, L. es muy humana. Lo intuyo en mis conversaciones con ella, en el alto sentido de la solidaridad y la justicia que posee, en su honradez de pensamiento y en ese fuerte sentido de la amistad como base de sus relaciones.
Es de pensamiento liberal y cree en la posibilidad de cambiar el mundo desde su pequeño espacio, contribuyendo con pequeñas acciones solidarias a mejorar las relaciones entre los seres humanos.
Todo esto, y mucho más es L. Pero resulta que, mira tú por donde, es una inadaptada en la escuela. Sus profesores la tratan como a una chica vaga y sin inquietudes por el simple hecho de que, la mayoría de las cosas que le enseñan en clase, no le interesan, porque ella se está autoformando con lecturas y música, con charlas y debates, con palabras y hechos diarios que le están dando la medida del mundo en qué vivimos y la capacidad de discernir entre lo que realmente importa y lo que sólo es aprendizaje memorístico para ir superando exámenes y etapas escolares.
Nuestro sistema educativo no contempla la posibilidad de chicos/as diferentes, que reivindiquen otro modelo de escuela en el que los valores individuales sean reconocidos, fomentados y animados.
Estoy segura de que si L. hubiera tenido profesores que la hubieran reconocido y reforzado en sus intereses, que la hubieran motivado y animado a desarrollar sus propias cualidades, a estas altura, L. no sería una "fracasada escolar". Pero esta sociedad no permite individuos sino masas adoctrinadas que cumplan los requisitos mínimos, se adapten a las enseñanzas mínimas o memoricen textos mínimos que enseguida serán olvidados, muchos de los cuales no les serán de ninguna utilidad, una vez superados los dichosos exámenes de conocimientos... mínimos.
Lo siento por L. y por tantos jóvenes como ella, porque sus niveles de autoestima van bajando a medida que los profesores se encargan de hacerles saber lo "poco" que valen.
Lo siento también por nuestra sociedad que podía estar llena de chicos motivados, creativos y con aptitudes diferentes a la mayoría, y que acabarán en cualquier trabajo rutinario alejados de sueños e ilusiones.
L. ojalá seas capaz, todavía, de demostrarles que hay otra vida, fuera de esta vida que te ha tocado vivir.
Esta canción es para ti
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