Todo cambia
Fotografía: Hengki Koentjoro |
Nunca contamos con eso. Con la posibilidad de que todo, de un día para otro cambie. Con las jugadas del destino, con el cambio repentino en la dirección del viento, con la aparición de nubes negras sobre el limpio horizonte.
Pero es así.
La vida, de repente, se convierte en un pequeño barco a merced del oleaje. El destino cambia de la noche al día el rumbo que llevábamos, el camino por el que transitábamos y nos impone una nueva travesía. Dibuja en nuestro mapa nuevas líneas y nuevos destinos, de los que desconocemos todo pero a los que nos vemos predestinados sin remedio.
Hoy es domingo. Y es temprano. Y el silencio envuelve la casa y las calles de mi ciudad. A través de la ventana miro el horizonte, en apariencia inmutable, los árboles de todos los veranos casi idénticos, los tejados de las casas vecinas, un poco más viejos. Escucho el sonido de los pájaros. Parecen los mismos de la semana pasada, del mes pasado, de los años pasados, pero son otros pájaros. Siento los olores que se cuelan por las persianas a media asta de cada verano. Parecen los mismos, pero yo distingo otros matices en los que hay pérdidas y nuevos hallazgos.
Todo parecido, todo inquietamente eterno, pero yo no soy la misma.
He dejado a un lado inquietudes y equipaje que me acompañaban desde hace mucho tiempo, he abandonado el timón que sostenía firmemente, obstinada en mantener un rumbo que me parecía el único posible para mi vida.
Todavía no estoy preparada para volver a coger el timón, para iniciarme en el nuevo camino. Los cambios de aire me han pillado desprevenida y el primer sentimiento es más de miedo, de incertidumbre, de sorpresa y de inseguridad ante este cambio imprevisto.
Tengo mariposas en el estómago, y me acuerdo de Onetti:
"Me hubiera gustado clavar la noche en el papel como a una gran mariposa nocturna. Pero, en cambio, fue ella la que me alzó entre sus aguas como el cuerpo lívido de un muerto y me arrastra, inexorable, entre fríos y vagas espumas, noche abajo."Tengo un temblor en la mano y en la piel, la vacilación de lo desconocido, y me acuerdo de Mercedes Sosa:
"Cambia lo superficial, Cambia también lo profundo, Cambia el modo de pensar, Cambia todo en este mundo. Cambia el clima con los años, Cambia el pastor su rebaño, Y así como todo cambia, Que yo cambie no es extraño. Cambia el más fino brillante, De mano en mano su brillo, Cambia el nido el pajarillo, Cambia el sentir un amante. Cambia el rumbo el caminante, Aunque esto le cause daño, Y así como todo cambia, Que yo cambie no es extraño"
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