20 junio, 2006

Cada vez mas






Tengo una buena amiga.
Tiene una de las cualidades que cada día admiro más y más. Es buena. Muy buena. Tiene esa clase de bondad redonda, inmensa, que te cubre con su abrazo y que jamás sorprendes en un desliz.
Sus ojos hablan también de esta cualidad innata en ella. Tiene ojos claros. No verdes, ni azules, no. Ojos claros, limpios. No sé de que color. No me he fijado. Porque cuando miro sus ojos miro mucho más lejos de sus pupilas, de su retina, de su iris... Se ve su corazón detrás de sus ojos.
Un corazón inmenso, que imagino suave al tacto, cálido a la piel.
Mi amiga es buena. Y yo la miro a veces con envidia. Porque me gustaría ser como ella. Porque cada vez más, no me importan los colores ni las pieles con acné, ni los kilos que asoman por los pliegues de las faldas, o por los traseros de los pantalones.
Y le digo muchas veces, cada vez más - me gustaría ser como tú- y ella se sorprende, y no me entiende y a veces se enfada conmigo -¡deja de tomarme el pelo!- me reprende con cariño...
Y yo la echo de menos muchas veces porque, cada vez mas, lo que más necesito es su ternura, su generosidad, sus palabras reposadas, su ausencia de malhumor, su sonrisa, sus silencios -tan cómodos- sus palabras -tan meditadas para ofrecerme soluciones a mis conflictos- su forma de escuchar, su forma de contar o de hacerme reflexionar, reir, llorar...
El otro día volví a ver "Las invasiones bárbaras", la fantástica película canadiense dirigida por Denys Arcand. La pusieron en la 5 y me pilló de sorpresa. La cogí empezada. No importa me la "sé" muy bien.
Siempre que la veo lloro. No puedo evitarlo. Ni quiero evitarlo.
Porque no lloro de dolor, ni de miedo, ni de angustia, ni de hambre, ni de pérdida...
Lloro por amistad. Sólo por eso. Por amistad.
Porque, si un día, me siento triste, o enferma, o lejos, o... me gustaría que ella, mi amiga, estuviera conmigo.
Ella... ellas...

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2 Comments:

At 12:24 p. m., Anonymous Anónimo said...

Venía ella del mar,
blanca luna, luz niebla,
antorcha en la noche,
remolino de sirenas.

Ojos a cientos la observaban,
a miles escuchan sus palabras.

Y entre todas, sólo a mí me miraba
y entre todas, sólo a mí me hablaba

y era su voz tan susurro,
y eran sus ojos tan agua…
que todas creímos creer
ser su destino y su playa.

Y yo, que siempre callo
(como callan los hombres)
y yo, que siempre siento
(como sienten las mujeres)
yo, que sólo con tinta
sé esculpir las palabras…

“AMIGA”, escribí en una roca
para que agua no la borrara.



Ella, ellas...

 
At 12:54 p. m., Blogger Gatito viejo said...

Tu post es un canto a la amistad, tan preciada, tan escasa. También yo valoro mucho la bondad en los amigos, "en el buen sentido de la palabra bueno", que diría A. Machado.
No he visto la película de la que hablas. A ver si un día me la encuentro y tengo ocasión de disfrutarla. Saludos, Isabel

 

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