20 diciembre, 2005

Deseos


Cuando era pequeña siempre pedía deseos a la luna. Estaba convencida de que todo lo que se le pidiera cuando era redonda y grande como un queso, me sería concedido.
Ahora, sigo mirándola en noches de luna llena, convencida ya de la inutilidad de todas las palabras, de la fugacidad de todos los deseos.
Leo en el Blog de Daniel Casado algo sobre la luna
"Yo también he visto la luna enorme balanceando el puente. La torpe luna de Cyrano, el triste astro de Novalis y en medio el puente, atravesado de luciérnagas. Qué se yo... tal vez he pensado en ti. La luna ejerce sus influjos siempre a deshora. La luna, que es redonda, lenitiva y amarga"
Y sé que es la misma luna que miro con cierta tristeza desde lo alto del Barrio de Chamberí, sobre la Catedral. Luna grande y dorada.
Y por unos momentos siento deseos de volver a pedir un deseo, por si acaso.
Demasiado descreída, respiro hondo y vuelvo a lo mio...

Foto de Victorino García Calderón

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