07 octubre, 2005

Volver

Huyendo de la "Gran Cumbre", de sus medidas de seguridad, de las manifestaciones paralelas, del agobio de una ciudad "sitiada"... Me marcho unos días a mi tierra, a mi Badajoz
Ya sé que no es una ciudad ni monumental, ni maravillosa- pero a mi me gusta mucho.
Me gustan sus avenidas cubiertas de palmeras, el parque de Castelar. Me gusta sentarme en los quioscos de San Francisco, bajo este sol persistente (pena de lluvia), para leer el HOY a media mañana. Me gusta pasear hasta la Plaza alta - que está quedando muy bonita-, con ese aspecto de zoco que parece trasladarme al Norte de África.
También me gusta pasear a mediodía por la Plaza de San Juan entre los naranjos y recordar la presencia de mi padre tomando café tras los inmensos cristales de un Casino que ya no existe.
Me gusta pasear por el Puente viejo, con la imágen de la Alcazaba y la Torre de Espantaperros al fondo.
Me gusta la luz, inmensa de la ciudad, y sus puestas de sol por Portugal, llenas de tonalidades.
Me apetece sentir el contacto, mucho más cálido, de la gente de allí.
Me gusta descubrir que hay mucho paisaje que sigue intacto a pesar de los muchos cambios que la ciudad ha ganado.
Recorreré, con Jara, mi camino hacia el Polígono de la Paz, hasta el Colegio de Santa Teresa (Instituto Rodríguez Moñino).
Hasta la autopista, ha cambiado poco.
La calle Santo Domingo, la Avenida de Colón, el colegio oficial de médicos en el que quedaba con otras compañeras...
Pero el Polígono, antaño solitario y descampado, se ha abarrotado de viviendas. El Colegio, que antes se veía desde tan lejos, parece muy pequeño rodeado de gimnasios, cines y casas.
En la puerta me parece ver a las teresianas Marita, Teresa, Virginia (nunca supe si eran monjas o no)
Me parece ver a Antonio Galache, el magnífico profesor de geografía que tanto nos gustaba, a Juan Pantoja, el profe de física, tan interesante y misterioso, a las hermanas Pizá (una de ellas murió muy pronto), a aquella profesora de música que me enseñó quienes eran Debussy, Ravel, Wagner, Beethoven, Mozart, Brahmns, Bach, de una forma tan apasionante y lúdica que se quedaron dentro de mi para siempre. -Gracias desde aqui y desde ahora-
Cuando estoy allí, el tiempo parece transcurrir más despacio. Hay un ritmo distinto al de aquí, quizás porque yo estoy sólo de paso y no tengo prisas ni nada que hacer, excepto empaparme de paisaje y recuerdos.
Muchas veces pienso, que me gustaría volver. Volver para quedarme. Buscar allí un trabajo.
No sé si me resultaría fácil o difícil adaptarme a otra vida, hacer de nuevo amigas/os con los que pudiera compartir mis aficciones.
Volver... En algún momento de la vida, una siente que tiene que hacerlo. Una siente que el cambio es necesario para despejar telarañas, para sentir, de nuevo, la emoción de nuevos proyectos.
Cada vez con más fuerza, la idea del regreso, se apodera de mi.

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2 Comments:

At 8:28 p. m., Blogger Álvaro Valverde said...

No seré yo quien no te anime. Es complicado, lo sé. Lo sabemos.
Aquí lo que necesitamos es personas como tú. No lo dudes. Y lo dice alguien que daría mucho por vivir en Salamanca; desde la infancia, mi ciudad ideal.
¡Tiembla, Consuelito!

 
At 12:55 a. m., Blogger Gatito viejo said...

Me ha gustado que compartas con nosotros ese viaje , esos recuerdos ,esas añoranzas .
Hablas de una vuelta a tus raíces y eso siempre conlleva riesgo, pero también mucha alegría y , como bien dices, emprender nuevos proyectos y despejar telarañas .
Saludos y que decidas lo mejor para ti .

 

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