03 octubre, 2005

Viejos recuerdos

Hay días en los que me asalta de repente la nostalgia. De nada en concreto, sólo de unos días, unos nombres, los de antiguas compañeras con las que compartí un tiempo largo y divertido (a veces no) en aquel colegio, en mitad de un polígono en el que el tejado de la iglesia tenía la forma del "manto de la Virgen". Los nombres se amontonan, y a veces no logro casar nombre y apellidos. Recurro a la memoria, invocando el sonsonete de la lista diaria: Acosta Pérez, Mª José, Bigeriego Lafarga, Almudena ; Cerón Hernández, Lucía ; Del Cid (...), Mª del Carmen... De la Cruz Marcos, Sonia... De alguna de ellas supe algo durante un tiempo, de otras he vuelto a saber hace poco, como de Consuelo Rodríguez-Piriz, a través de la prensa local de Badajoz. De la mayoría, no he vuelto a saber nada...
Y me entra una inquietud enorme por saber que habrá sido de sus vidas, dónde vivirán, a que se dedicarán... Si son felices o lo fueron, o esperan serlo...
El otro día por casualidad, en uno de estos nostálgicos momentos, buscando una información en la WEB, me di de bruces con un nombre que formaba parte de mis recuerdos: Elsa Estaire. La recuerdo perfectamente. Parecía una india (de las que veíamos en las películas de vaqueros). Tenía el pelo largo, muy liso (yo, con mi pelo tan rizado e indomable) y una sonrisa permanente. su hermana mayor y los amigos de ésta nos colaron una vez en un "guateque" y nosotras, aún demasiado pequeñas, nos dedicamos a jugar entre las sombras de aquellas parejas abrazadas.
Saltaba muy bien a la comba con unas piernas larguísimas, como las de Alicia cuando comía las galletas y crecía y crecía... Y era la favorita, para elegir de pareja, en la goma.
Recuerdo cuando sus padres se tuvieron que trasladar y se la llevaron de Badajoz. Lo que lloramos las dos, abrazadas, seguras de que volveríamos a encontrarnos, con esa tranquilidad, en el fondo, de las niñas, para las que el tiempo no existe y la amistad es eterna.
En la WEB había una dirección de correo y le escribí inmediatamente, un poco insegura de que sus recuerdos coincidieran con los míos, pero sin dudar ni por un momento que pudiera ser otra.
Me contestó también inmediatamente. Se acordaba de muchas cosas, incluso de algunas, que por tratarse de sus recuerdos sobre mi, yo ni siquiera podía recordar... Quizás como ella no recordaría su pelo negro y liso y sus largas piernas. Pero fue curioso porque también me habló de mi pelo "muy rizado y alborotado"-decía...
La memoria...tan frágil, tan selectiva... Qué recuerdos quedarán de lo que vivimos en un momento, qué imagenes se salvarán del olvido, cual es el extraño resorte por el que olvidamos cosas esenciales y nos quedamos con las más pequeñas, con las mas insustanciales...
A veces me gustaría poder embotellar los momentos. Guardarlos en pequeños frascos de colores, ponerles una etiqueta, pero a medida que nombro los recuerdos, me doy cuenta que los recuerdo todos, que no necesitaría ningún frasco para conservarlos... Y los que no recuerdo, lo que he olvidado, quizás no merecían la pena ser recordados.

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5 Comments:

At 9:06 p. m., Blogger Gatito viejo said...

Isabel , qué bonito post . Leyéndote me he puesto un poco nostálgica . Hace unos años nos reunimos unas compañeras de colegio y yo para comer , toda la promoción. Habían pasado algunos años y ya ni nos conocíamos físicamente , pero quedaba en nosotras los recuerdos de los años vividos . Cada una tenía , como bien dices, sus propios recuerdos , pero todos estaban insertos en el mismo contexto, en esos años pasados tan estupendos .Todas queríamos ponernos al día de lo que habíamos vivido desde que dejamos de vernos .Los años escolares te marcan tanto ...Siempre lo digo ,tus amigos de entonces son amigos para siempre , aunque ya no te veas con ellos , pero están y estarán siempre en tu corazón .
Saludos

 
At 11:09 a. m., Blogger Isabel said...

Gracias por tu comentario.
Ya sabes. Aveces la nostalgia se convierte en una niebla de esas "espesas" que no te dejan ver mucho.
Pero tienes razón. el corazón conserva muchas cosas y no deja de ser una suerte haber vivido cosas intensas que añorar...
Un abrazo y gracias de nuevo.

 
At 9:25 a. m., Blogger Álvaro Valverde said...

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At 9:27 a. m., Blogger Álvaro Valverde said...

Envidiable esa memoria, Isabel. Sí, mira que uno escuchó veces la dichosa lista, pero... Los nombres se habrán olvidado, no las personas. Aquellos muchachinos (Maristas, sólo niños) con los que compartí años y años (esos eran bachilleratos, no los de ahora, ja, ja) de clases y patio.
Como sabes, tu compañera Consuelito traspasó en su momento el ámbito local. No en vano se ha convertido en una espléndida censora de talla nacional capaz de arruinar por su torpeza un premio prestigioso, el "Ciudad de Badajoz".
Se dice de los hijos pero vale también para los compañeros de estudios: fuimos educados por los mismos profesores, sin embargo, qué distintos hemos salido unos de otros. Será cuestión de carácter. Y tu compañera, no lo dudes, es (ahora, no sé entonces) una intolerante. No como tú. Besos.

 
At 11:08 a. m., Blogger Isabel said...

Tienes razón.
Quizá sea cuestión de carácter o tal vez el camino por el que transcurra tu vida. La gente que conozcas, las experiencias que vivas, los libros que leas...
Al final la mayoría de los políticos están hechos de otra madera. El ansia de poder, de dirigir, Ese placer que sienten pareciendo importantes, dirigiendo las vidas de los demás, imponiendo sus opiniones. La falta de humildad o de ser capaces de reconocer que hay otra gente que sabe más que ellos y de mejor forma...
La intolerancia, el despreciable juego político, el "todo vale" con tal de llegar donde quiero, el desprecio hacia los que no tienen sus mismas ideas (¿tienen ideas de verdad o sólo ocurrencias?...)
Pero, aunque a veces arrastren con ellos un montón de cosas, no dejan de ser efímeros, circunstanciales, flor de un día...
Cada día que pasa, estoy mas convencida, mas segura, que lo que queda para siempre es el trabajo de la gente que merece la pena. Capaces de saltar obstáculos, de luchar por unas ideas fundamentadas, no en el egoismo personal o transitorio, sino en el sentido común en el idealismo o la utopía.
Bueno, Te digo que estoy segura, pero a veces me entran un montón de dudas de que esto sea realmente cierto.
Un beso fuerte

 

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