Antonio Tabucchi
Él lo confesó en alguna entrevista: muy frecuentemente soñaba en portugués.
Antonio Tabucchi, el novelista italiano enamorado de Pessoa, de Lisboa, de Portugal y de la lengua portuguesa, murió la mañana del pasado domingo, a los 68 años.
Traducido a 40 idiomas, era el escritor italiano más conocido en el extranjero. Autor de obras inolvidables –Sostiene Pereira, Dama de Porto Pim, Nocturno hindú o Réquiem—, fue muchas cosas más. En Italia, por ejemplo, era notoria su actividad como apasionado de la política y brillante polemista.
¡Qué triste decirle adiós al escritor, al hombre más portugués de todos los italianos!...
Saudade
Se había ido a una aldea portuguesa para encerrarse en una casa de campo y escribir con tranquilidad, es decir, como un loco. Esa ilusión de una paz volcánica. Como Melville, que mojaba la pluma en un cráter. Encontrar una silla de paja como la de la habitación de Arlés y que la esfera planetaria entre por la ventana y se te pose en la cabeza. Bueno, de estas cosas hablamos por teléfono, hasta que se echó a reír. Contó que los vecinos estaban intrigados. Había un hombre encerrado, que no salía ni a saludar el sol. Qué pena, con el buen tiempo que hace. Si te concentras, te podría salir un cerezo por la oreja. Y empezaron a interesarse por él, sobre todo las ancianas del pueblo. ¡Ese hombre no come! Y le llevaban pan. Pobre escritor. Y Antonio Tabucchi se reía por teléfono, y les daba la razón: "¡Pobre escritor! Me ven y dicen lo que Píndaro: 'Parece usted el sueño de una sombra'. ¡El pueblo es un clásico!". Y Antonio, claro, acabó saliendo de la casa. Porque la boca de la literatura estaba fuera, una mujer que contaba la historia de su hijo en Francia, en una fábrica de acordeones. Y la dichosa esfera hizo una elipsis en la plaza y se posó sobre el viejo del sombrero negro que abrió los brazos y abarco el aire con la saudade de un acordeón. Si, eso debió ser el último verano. Antes lo había visto en Ferrol y me habló indignado de los progroms contra gitanos en Italia. Una indignación siempre inteligente, que apuntaba la injusticia. Y luego, la descerrajaba, a la injusticia, con un humor libertario, hasta extirpar el núcleo de la estupidez, como hizo en el inolvidable opúsculo La gastritis de Platón. Un alegato contra la vacanza morale, que diría Primo Levi, de escritores e intelectuales, contra aquellos cínicos que combinan la locuacidad conformista y el "silencio selectivo".
Una vez lo convencimos para ir a un programa de televisión. En medio del debate, se levantó y dijo: "Voy a mear". Fue un gesto elegante, tal como iban las cosas. Su forma de hablar, de estar, hasta el más leve gesto, tenía mucho que ver con su forma de escribir. Su mirada atraía a las cosas y a las palabras. Si, en la visión sartriana, la prosa se sirve de las palabras y la poesía sirve a las palabras, en la literatura de Antonio Tabucchi hay una superación de ese dilema: se sirve de las palabras, al tiempo que las sirve. En el arte de la sutileza, el más humilde y leve gesto puede ser sublime. Y así era el oficio de escribir del autor deRéquiem. Si, decía, Tabuchi en Ferrol. Como un buen situacionista, amaba los terceros lugares y se reía del cosmopaletismo. Era un hombre rebelde, escritor piel roja, y por eso amaba el mundo, la gente de las "voces bajas", y entendía muy bien la saudade como una nostalgia afectuosa. Ahora, hasta el tranvía 28 de Lisboa tiene saudade de Tabucchi.
Manuel Rivas (El País)
4 Comments:
¡Tabucci! No le había puesto cara. Lo pienso y estoy tentado de creer que la fotogría que colocas en la bitácora es el primer rostro que veo de él (o, al menos, así me parece).
Pero sus palabras se encuentran entre los ladrillos (desmontables) que construyen mis balcones y mis refugios.
Un abrazo, Isabel.
¿De verdad, Ignacio? ¿ni siquiera lo habías visto en las contraportadas de sus libros? Pues ahí lo tienes, tal y como era fisicamente, aunque supongo que ya lo intuías, y mejor, por sus escritos.
Abrazos desde la costa de Lisboa, con un mar plata y un cielo entre azul y gris.
Hola bella mujer tras las manos. Echo de menos nuestras conversaciones, espero retomarlas pronto.
La cara de Antonio Tabucchi es la cara de un hombre bueno; una pena que se haya ido tan pronto. Fue el creador de uno de los personajes más entrañables con los que me he encontrado nunca: Pereira.
Para ti, Antonio, allá donde estés.
http://www.goear.com/listen/adb87ed/gracircndola-vila-morena-amalia-rodrigues
Josep!
Menos mal que sé algo de ti :-))
Sí, tenemos que retomar nuestras charlas. Yo también las echo de menos. Precioso el tema de Amalia.
Sostiene Pereira y sostenemos nosotros que es la más grande del fado portugués ¿no?
Un beso grande Mr. Horchata
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