Charros (1)
Hay muchas clases de charros/as, sí. Pero los que más me siguen asombrado son aquellos que te conocen desde hace años, que han compartido contigo ciento de cosas, con los que has llorado, reído, viajado, comido, incluso compartido habitación de hotel y sin embargo, cuando se despiden de ti en un correo, lo hacen diciendo: "un saludo", como si fueran el agente de tu seguro del coche, vamos.
En Extremadura, incluso sin conocerte, te envían un abrazo enseguida, para tender puentes, para convertir un correo impersonal en una carta, para dar calidez al frío y distante teclado.
Debes ser cosa del clima, digo yo. El calor genera calor, el frío, frío. Y así seguirá siendo. Por los siglos de los siglos.
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