19 diciembre, 2011

Cabo Gris



Hoy está gris el Cabo Verde, el pequeño paraíso africano, el de las diez islas, el de Barlovento y Sotavento.
Hoy, este Paraíso lleno de contrastes, donde se mezcla las playas vírgenes con otras de arena blanca, los hermosos acantilados con las llanuras, ese lugar donde en ocasiones los volcanes parecen emerger del abismo para mostrar toda su belleza, ha perdido su color al desaparecer la voz de la Reina de la Morna: Cesaria Evora.




Tenía 47 años cuando los europeos la descubrieron. En 1998 grabó en París el disco La diva aux pieds nus, al que iban a seguir grabaciones conmovedoras como Mar azul o Miss perfumado, que le abrieron todas las puertas. Siempre de la mano de José da Silva, un ferroviario que se convirtió en su representante y productor, tras emocionarse hasta las lágrimas al oirla cantar por primera vez, y que ha estado junto a ella hasta el último suspiro.
Decía que empezó a cantar para ahuyentar a la tristeza. Con 16 años lo hacía en bares de Mindelo, el puerto de la isla de San Vicente donde había nacido en 1941. Los clientes la iban llamando desde las mesas y cantaba a cambio de unos escudos o por un vaso de aguardiente grog, ron o whisky. Se enamoró de un joven compositor y guitarrista que la llevaba con él a cantar en barcos que atracaban en el puerto cuando Cabo Verde era todavía, lo fue hasta 1975, colonia portuguesa.
Se presentó en los mejores teatros y auditorios, en Miami, Hong Kong y Monte Carlo, desde China hasta Estados Unidos; ganó el Grammy y recibió la Legión de Honor en Francia; compartió grabaciones con Compay Segundo, Erykah Badu, Goran Bregovic o Ryuichi Sakamoto, cantó con Caetano Veloso y Mariza, vendió más de cinco millones de discos, y sus canciones han sido remezcladas por DJ.
Cesaria Evora recorrió el planeta con sus mornas melancólicas y las alegres coladeras -en 1999 y 2000 dio dos veces la vuelta al mundo-, pero siempre volvía a casa: necesitaba a los suyos -tenía dos hijos y dos nietos- y el mar: ese mar que trae riqueza, pero también la saudade de cientos de miles de caboverdianos -la mitad de la población del país vive lejos del archipiélago- que tuvieron que partir en busca de una vida mejor. A ella le gustaba pasar horas mirándolo, aunque no se metía en el agua porque no sabía nadar. Aunque, como explicó una vez, le hablaba "como si fuera una persona. Una anciana me dijo que las olas crean una música que nosotros los humanos no entendemos".
El pasado 27 de agosto, día de su cumpleaños, el nuevo presidente de la República de Cabo Verde, José Carlos Fonseca, fue a visitarla a su casa de Mindelo para entregarle un gran ramo de flores. Era una mujer salida de la pobreza, de días de hambruna en las diez pequeñas islas castigadas por la sequía, de unos tiempos en que los colonizadores portugueses prohibían caminar por la acera a los caboverdianos que no podían comprarse un par de zapatos: por rebeldía, cantaba descalza. Y era auténtica, ajena a cualquier artificio de la industria. Entrevistarla podía resultar una aventura. Uno se la podía ganar olvidando el cuestionario que llevaba preparado a propósito de su último disco, asunto por el que no solía mostrar demasiado interés, y preguntándole en cambio por su receta de la catchupa -guiso tradicional a base de judías, maíz... y, si hay dinero, carne-. Y entonces ella podía contar historias como la de Paulino y Camuche, que es como, bromeando, llamaba a sus ojos: "Dos hermanos que van juntos a todas partes. Uno es ciego, pero camina; el otro ve bien, pero no puede andar".
Para este último viaje, Cize, como la conocían sus familiares y amigos, ya no necesitará el pasaporte diplomático de cubierta color rojo sangre, que le facilitó hace más de diez años el Gobierno de Cabo Verde y que ella enseñaba en los controles fronterizos con sonrisa de niña traviesa.

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8 Comments:

At 1:57 p. m., Blogger Elías said...

Me quito el sombrero ante Cesaria Evora.
Una voz que nos acompañará para siempre.

Un beso.

 
At 7:53 p. m., Blogger lavelablanca said...

Tengo la fortuna de que han arreglado el sonido en el ordenador.

Mornas con grog. Mi vida debe mucho a Cesaria (de las grutas ululantes submarinas nació alguna que otra ensenada habitable, que me trajeron sonrisas).

Claro, que sé que no la resucitaré.

Un abrazo, Isabel.

 
At 9:58 a. m., Blogger Isabel said...

Otro beso para ti, Elías ( y vuelve a ponerte el sombrero que hace un frío que "pela" :-))

 
At 10:00 a. m., Blogger Isabel said...

¡Menos mal! Algunos sonidos no pueden perderse, Ignacio...
Grutas submarinas y ensenadas habitables ¡qué bonito!
Un fuerte abrazo

 
At 9:12 a. m., Anonymous Anónimo said...

Amiga, gracias por compartir tantas cosas bonitas. Mil abrazos. CONCHA

 
At 12:37 a. m., Anonymous Anónimo said...

Asomar la mirada de vez en cuando a esta "ensenada" de sensibilidad, me aporta paz y una alegria encerrada no sé bien en qué lugar, pero desde donde habita, me reconforta.
Gracias, Isabe de nuevo, por compartir todo esto.
un fuerte abrazo para despedir el año que se va, se va...

Gabríela.

 
At 9:32 a. m., Blogger Isabel said...

Gracias Gabriela.
Tu nombre me trae recuerdos de infancia...
Siempre me produce vértigo el cambio de año, aunque sólo sea un mero trámite :-)
Un fuerte abrazo para ti también

 
At 5:56 p. m., Blogger Isabel said...

Gracias por tu comentario Concha y por encontrar siempre el lado bueno de todo.
Un gran abrazo

 

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