11 septiembre, 2009

No fue el verano

No fue el verano.
Ni los días largos, ni las horas perezosas.
Fue el silencio oculto del tiempo, los años, el cansancio acumulado detrás de tantas cosas.
No, no fue el verano.
Quedan ahora, para siempre, los libros leídos a medias en la distancia, las palabras que nunca serán dichas, los paisajes que acumulamos en la memoria esperando el momento del encuentro.
Quedan algunos momentos que nunca se borrarán de la memoria, las promesas, los abrazos, que un día se juraron eternos, los lugares, las músicas, los recuerdos que se salvarán de un terremoto que nunca tuvo epicentro ni ruinas.
Se diluyen las cosas de repente. Como si nada hubiera sido más que nada.
Quedan también algunos momentos, como este, en el que el corazón se rompe en mil pedazos, en el que el corazón se sube a la garganta sabiendo que nada puede remediar lo irremediable.
Y una se recoge en la soledad dándose por vencida en el juego y en la lucha. Admitiendo, al fin, que nada puede hacerse, más que callar. Callar.
Excepto tal vez llorar por lo que ha sido, por lo que fue, por lo que nunca más será.

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1 Comments:

At 10:48 a. m., Anonymous Anónimo said...

Tu forma de expresar los sentimientos me acerca tanto a ti que me hacen compartir contigo esos momentos...

 

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