22 diciembre, 2010

Pensamiento


(...) amamos las cosas porque las vemos amenazadas, bajo una luz crepuscular. Se dispara nuestro amor cuando nos asalta la conciencia de su vulnerabilidad. Los dioses nos llaman con desprecio "semejantes a hojas" ignorando que es el esplendor de hoja caduca lo que nos conmueve y el temblor rosa de la carne efímera lo que nos enciende. Y así en todo: la madre se enternece de su recién nacido porque lo ve dependiente y frágil; juramos amor eterno porque nos rebelamos a su extinción inexorable; admiramos al hombre valiente porque sabemos que arriesga su única vida; nos conmueve la belleza del otoño porque tenemos en mente el rotar de las estaciones.
JAVIER GOMÁ LANZÓN

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2 Comments:

At 3:05 p. m., Blogger lavelablanca said...

Amamos lo que no puede dañarnos (ya nos ocupamos de ello).

Un beso, Isabel (en días revueltos).

 
At 6:07 p. m., Blogger Isabel said...

A veces ocurre al contrario, Ignacio, amamos justamente aquello que más daño nos hace.
Así de caprichoso es el corazón...
Besos y feliz tiempo revuelto.

 

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