19 junio, 2010

José Saramago

Tuve la inmensa suerte de conocerle, cuando yo aún era demasiado joven para conocer el valor de ciertos momentos, y compartir con él un pequeño viaje a las Arribes del Duero. Quería ver el atardecer en Portugal desde España y hasta allí fuimos sólo para ver el sol ponerse por el país vecino y amigo.

Tuve la suerte de escucharle durante unas horas en un portuñol más portugués-siempre-que español, contándonos cosas de su país y de su infancia y de su juventud alentejana.
Me emocionó una pequeña historia que nos contó de su padre, quien, poco antes de morir, cuando lo iban a trasladar al hospital del que ya no volvería, se abrazó a cada uno de los árboles que tenían en su huerto o jardín, despidiéndose de cada uno de ellos lleno de tristeza.
También me emociona verle en este video, rodeado de sus amigos -entre ellos Luis Pastor-en la biblioteca tinerfeña que lleva su nombre, cantando el viejo himno revolucionario portugués.


Echaremos de menos sus pensamientos, siempre certeros, y conocer nuevas historias escritas con la pluma de su corazón y de su alma. Nos quedan sus otras historias. No es poco...

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3 Comments:

At 10:31 a. m., Anonymous Anónimo said...

emocionante historia la de su padre y los árboles....
Entrañable persona Saramago, creo yo.
No hace mucho estuve viendo el vídeo que has colgado, me gusta.
un beso de 20 de junio, casi verano...
Rosa

 
At 4:24 p. m., Blogger lavelablanca said...

Le echarán de menos quienes tuvieran la costumbre de su contacto físico. Al resto, es verdar, nos queda la obra (ya finiquitada).

Tú tendrás suerte con los recuerdos, Isabel.

 
At 10:34 a. m., Blogger Isabel said...

Si, Rosa, emocionante. Cuando la recuerdo tengo la sensación de volver a verle mientras la contaba.(Se le llenaron los ojos de lágrimas)
¡Despedirse de los árboles! ¡Qué gran hombre!

Es verdad Lavelablanca, lo que más se echa de menos es la presencia, lo cotidiano... A nosotros nos quedan sus libros. A veces casi ni eso...

 

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