06 julio, 2005

La Iglesia y el hambre

Cuando era pequeña pensaba que en las iglesias les daban de comer a los pobres.
Es decir, siempre que pasaba por la puerta de una, o entraba en ellas, de la mano de mi madre, tenía la impresión que, gracias a los curas, los pobres tenían un lugar en el que refugiarse, un "puesto de trabajo" al lado de una caja de cartón, comida y medicinas.
Cuando era casi adolescente pensaba que gracias al trabajo de los curas, gente de muchos países tenían la posibilidad de aprender, de ir a la escuela, de trabajar, de vivir...en suma...
Un poco mas tarde empecé a ver a los curas de mi parroquia viviendo una vida insulsa, hablando a la gente humilde con soberbia, babeando detrás de los todopoderosos y reclamando una y otra vez el 6º mandamiento como el único, el más importante...
Ahora, mucho más tarde veo a esos curas en manifestaciones en contra del amor, por cierto el único mandamiento en el que tanto insistía Jesucristo.
Y no los veo, al menos de una forma abierta y reivindicativa, en las manifestaciones que se convocan para acabar con el hambre, con la injusticia social, las de apoyo a las condonaciones de deudas injustas, las que se rebelan desesperadamente contra malos tratos, vejaciones sexuales...
Y veo a un grupo de músicos, de esos con pelo largo y "malas pintas", organizando un macroconcierto en algunas de las principales capitales europeas, africanas, americanas. Una "manifestación" de sonidos, de palabras, de emociones... con un único objetivo: acabar con la pobreza en el mundo.
Y mientras tanto Bob Geldof, la estrella de rock que se dedica a organizar estos eventos musicales para combatir la pobreza, esperando que el Papa se uniese a la protesta cercana a la cumbre del G-8 y uniera su voz a la de los que piden ayuda para África.
Y la única respuesta que ha recibido ha sido una fotografía del Sumo Pontífice.
Esta es la Iglesia. Amen.

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