23 noviembre, 2017

Tiempo de sombras alargadas

© Cynthia Decker Digital Art 
Tardes-noche de noviembre.
El tiempo pasa deprisa. Se consumen los días, las semanas, los meses y los años. Los cambios en nosotros son imperceptibles, sólo a largo plazo vemos su magnitud, los daños del tiempo, las largas cicatrices de las heridas, que parecieron sólo rasguños en su día.
Empiezan a agotarse plazos y el futuro se acerca en el horizonte a una velocidad de vértigo.
Desaparecen muchos de aquellos que te acompañaban en el camino. Parecía que siempre iban a estar ahí, pero de repente, un día, miras a tu alrededor y ya no están, se han ido. ¿En qué momento fue? ¿Dónde mirabas tú en ese instante?
Desaparecen ritos y costumbres, la pequeña tienda del barrio ahora cerrada, el bar de la esquina se traspasa. La ciudad y su paisaje se transforman, poco a poco como nosotros, solo a largo plazo descubrimos cuánto ha cambiado y nosotros sin notarlo mientras recorremos las viejas calles cada día.
Pasa la vida, cada vez más deprisa, más traicionera, a veces da hasta miedo hacer ya planes, emprender proyectos
Da miedo el tiempo, tan veloz, tan implacable. Lo que no va ser ya, lo que no vuelve, lo que nos espera. Es tiempo de sombras alargadas.



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