J.
Hacía mucho tiempo que no sabía nada de J.
Desde que se marchó a vivir a Barcelona, nuestro contacto se había ido distanciando en el tiempo, aunque nunca lo suficiente como para no saber de vez en cuando una del otro, mediante alguna llamada telefónica o algún que otro correo.
Ayer por la noche me llamó y hablamos mucho tiempo. Hablamos como hacía mucho que no hablábamos, bueno habló él y yo le escuché con tanta atención que casi podía sentir su respiración o los latidos de su corazón.
J. es una de las persona más generosa que he conocido. Lo fue siempre, desde niño y sigue siéndolo ahora a pesar de sus circunstancias que no son buenas precisamente.
De toda la larga charla con J. me quedo con una frase que no sé si será suya pero que se ha quedado en mi como si lo fuera: -"Al final, todos acabamos matando lo que amamos"- y añadió -"por muchas ilusiones que nos hagamos, siempre estamos solos"-
Me gustaría decirle a J. que también estamos muchas veces acompañados, pero ahora no es un buen momento. Las palabras que uno dice tienen que esperar acomodo en el corazón del otro.
Esperaré.
Il. Flandrin
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